Los momentos
A una buena amiga
La observó alejarse. Lo hizo lentamente. Saboreó cada paso. Era consciente de que lo que entre ellos había sucedido durante los últimos días no se volvería a repetir. Los momentos son efímeros, ambos sabían eso. Se volverían a tropezar, sí, pero la música, esa melodía, probablemente ya no sonaría con la misma intensidad, con el mismo orden, las notas serían otras. Nunca mejores, nunca peores, diferentes.
"Soy feliz," murmuró él. Sus caminos se separaban pero era incapaz de sentirse triste, todo lo contrario. En sus oídos aún retumbaba el eco de sus últimas palabras, su dulce voz acompañada siempre de una perenne sonrisa.
Camino del coche, se percató de la presencia de un vagabundo que pedaleaba su vieja bicicleta hacia un oscuro callejón en el que probablemente encontraría cobijo. La noche era agradable. Las estrellas brillaban en el cielo mientras la Luna era testigo de todo cuanto acontecía. Una flor, de un blanco que luchaba por abrirse paso en la oscuridad de la noche, captó su atención por un instante. Un gato se cruzó en su camino alejándole rápidamente de la flor y acercándole a una pareja que caminaba su amor en dirección contraria. "Buena suerte," pensó. A lo lejos pudo oir una canción que lo transportó a un pasado que nunca olvidará. La canción cesó de repente. Su amigo chasqueó en tres ocasiones el dedo corazón y pulgar de su mano izquierda y después dio una palmada. Despertó. Probablemente ella ya se encontraría camino de su casa, lejos de allí, a una distancia cada vez mayor de aquel instante.
Subió al coche y no dijo nada hasta llegar a su destino. "Los momentos son efímeros," se despidió asintiendo ligeramente con la cabeza, se bajó del coche y sonrió. Se llevó la mano al bolsillo. Había vuelto a olvidar las llaves...
La observó alejarse. Lo hizo lentamente. Saboreó cada paso. Era consciente de que lo que entre ellos había sucedido durante los últimos días no se volvería a repetir. Los momentos son efímeros, ambos sabían eso. Se volverían a tropezar, sí, pero la música, esa melodía, probablemente ya no sonaría con la misma intensidad, con el mismo orden, las notas serían otras. Nunca mejores, nunca peores, diferentes.
"Soy feliz," murmuró él. Sus caminos se separaban pero era incapaz de sentirse triste, todo lo contrario. En sus oídos aún retumbaba el eco de sus últimas palabras, su dulce voz acompañada siempre de una perenne sonrisa.
Camino del coche, se percató de la presencia de un vagabundo que pedaleaba su vieja bicicleta hacia un oscuro callejón en el que probablemente encontraría cobijo. La noche era agradable. Las estrellas brillaban en el cielo mientras la Luna era testigo de todo cuanto acontecía. Una flor, de un blanco que luchaba por abrirse paso en la oscuridad de la noche, captó su atención por un instante. Un gato se cruzó en su camino alejándole rápidamente de la flor y acercándole a una pareja que caminaba su amor en dirección contraria. "Buena suerte," pensó. A lo lejos pudo oir una canción que lo transportó a un pasado que nunca olvidará. La canción cesó de repente. Su amigo chasqueó en tres ocasiones el dedo corazón y pulgar de su mano izquierda y después dio una palmada. Despertó. Probablemente ella ya se encontraría camino de su casa, lejos de allí, a una distancia cada vez mayor de aquel instante.
Subió al coche y no dijo nada hasta llegar a su destino. "Los momentos son efímeros," se despidió asintiendo ligeramente con la cabeza, se bajó del coche y sonrió. Se llevó la mano al bolsillo. Había vuelto a olvidar las llaves...