16.12.06

Riding

Under a starry moonless sky the cold breeze on my eyes makes me cry.

I close my eyes as tears roll down my rosy cheeks. My bike speeds up as I wide open my arms.

Free, peaceful, released. I can finally feel myself.

It is not the breeze. I am crying. I am happy.

I feel alive. I do not want to break. Not anymore...

12.12.06

Yoga-in-the-Park

"I'm leaving," he said.

"Why? She's here. Look," he pointed at a girl who was dancing. "She's beautiful..."

"Yes, she is," he closed his eyes. "And I have a yoga session to guide tomorrow... Are you coming?"

"I'll try!"

I slept only for four hours but I made it to the practice. He was there, in the park, sat in a cross-legged position, eyes closed, deep breath. I sat next to him on top of a blanket that I had stolen from a British Airways airplane. I had never done yoga before on a regular basis. He said hello to me and a boy who had arrived earlier and started the practice. It was smooth and deep.

"Dude, you could have stayed yesterday," once the session had ended. "We were just you and me and that other guy. By the way, I've actually enjoyed it."

I went back the following week to find out that it was only he and I.

"Why are you doing this?" I would ask.

He would only answer with a smile

Three people showed up the following week. Four. Three. Three. Four. Two...

He never felt sad. He never felt deceived. He never felt tired. He kept doing what he liked.

He was also guiding morning sessions in campus during the week. At the end of every practice he politely asked his students for their electronic mails in case they were interested in getting up early every Saturday morning to join him in the park for a soothing and refreshing yoga session. He also mentioned it in the rock climbing gym where he used to spend many nights a week bouldering among good friends. Skin, blood, sweat...

Five. Six. Seven. Six. Five. Four. Eight...

People started to show up more frequently. The mouth to mouth. The tipping point.

He guided the class with the same grateful smile he used to, no matter how many people were there. Fifteen. Twenty-five. Thirty. Twenty...

That is how Yoga-in-the-Park started...

Every Saturday morning a bunch of people from a wide variety of backgrounds and for many different reasons get up early and join the park in a yoga session that offers them that thing they are looking for that day...

Peace. Friends. Deepness. Exercise. Joy.

6.12.06

Tiempo


"Me gusta compartir mi tiempo, conmigo, contigo... Regalarlo."

"¿Por qué?"

"¡Qué menos! Cuando lo hago, recibo el mismo regalo a cambio... Me siento especial..."

30.11.06

The Fountain

Together we will live forever.

I love you, and you, and you...



"Did you like it?"

"What? The movie?"

"Yes, the movie."

"It's not about the movie itself, it's about how it affected me..."

"Is that wrong?"

"No... No, no, it's not wrong..."

He ducked and picked up a leave from the ground. He looked at it, carefully, hypnotized. He saw her again, deep inside, where the skies are pink and the Sun shines blue...

29.11.06

Indecision


"What do you think about the Grand Canyon?"

"It'd be nice, the landscape is beautiful, those cliffs... but I've already made my decision."

"San Francisco?"

"Yes... San Francisco..."

21.11.06

Transparente


Si me dices ven...

17.11.06

Fear


My stomach crumpled up.

"What are you doing here? I thought you were gone forever..."

"I've been always with you... In silence, hidden."

"Why now?"

"Now, you need my help... again"

Risas

"¿Qué haces?" Perplejo.

"Me río," entre carcajadas.

"¿De qué?" Todavía perplejo.

"¿Importa?" Sin dejar de reír.

16.11.06

Triste

"¿Qué te pasa?"

"Estoy triste..."

"¿Por qué?"

"No lo sé, todo... ¿Qué te pasa? No llores."

"Tranquilo..."

"¿Seguro? ¿Estás bien?"

"Sí, sí, sí, siento que estés triste y por eso lloro, pero soy feliz... de sentir"

13.11.06

Espejismos

Agacha la cabeza.

"Pensé que..." Su rostro refleja sinceridad, lamento, disculpa.

"No pasa nada, a veces pensar nos aleja de la realidad, la distorsiona, nos engañamos y dejamos de ser nosotros mismos. Es difícil luchar contra esa otra realidad..."

"Pero..."

"Sin peros, ¿nos vemos mañana?"

9.11.06

Luna

A un tigre

Caminaba tranquilamente, sonriente. Ain't that the way, en su iPod. Él, en su cabeza, y en en el bolsillo derecho de su gastada chaqueta de pana marrón. Golpe seco. Oscuridad. Ajetreo. Nada.

El tacto del pasto húmedo bajo sus pies descalzos. Se detuvo un instante bajo un cielo intensamente iluminado por dos relucientes lunas ceniza. Corrió hacia una laguna de agua cristalina. Se sumergió en su propio reflejo. Sus ojos esperanza, sus labios pasión. Gotas de sudor resbalaban por sus violáceas mejillas. Sangre púrpura brotaba de la base de uno de sus cuernos. Decidió olvidar como había llegado hasta allí. Cerró los ojos con fuerza y resignación queriendo deshacerse del incesante e intermitente zumbido, como una brisa, que la acompañaba dentro, muy dentro.

Un crujido la rescató de su inconsciencia, una rama quebrada. Buscó nerviosa donde esconderse. Corrió veloz y dejó que la negrura del bosque la engullera. Trepó ágil a un árbol y desde allí, sigilosamente, observó a sus perseguidores, quizás sus presas. Cinco. Espigados, recios, toscos, peludos, atabiados con oscuras armaduras sobre su renegrida piel, a lomos de cinco fornidas criaturas de piel bruna y aspecto inmundo. Él, yacía boca abajo, inconsciente y maniatado, sobre el espinazo de una de las fieras. Se detuvieron a la orilla de la laguna. Mientras las bestias mataban su sed, uno de ellos se dispuso a recoger leña de los alrededores para alimentar un fuego. Otro, buscó víveres en un zurrón mientras otros dos hablaban alterados a la vez que no dejaban de señalar hacia donde ella se encontraba. Entretanto, el que a juzgar por su atuendo parecía a cargo, se había tumbado a descansar.

Desde lo alto de un árbol pensó que no la pretenderían eternamente, que abdicarían tarde o temprano, que debía volver junto a su familia. Probablemente ya no existía para ellos. Pensó en él, frío, inerte, muerto...

Corrió veloz hacia su casa en llamas mientras sus vecinos se apresuraban alborotados en sentido contrario. Su imagen la hipnotizó, joven, desconocida, precipitándose hacia ella. La abordó. Se reconoció perpleja en ella. Su cabello, sus ojos, sus labios. La abrazó, sus músculos se tensaron violentamente antes de desplomarse sobre ella. No pudo soportar su peso y cedió. Tumbada boca arriba, inmóvil bajo una extraña, se dio cuenta de que en su espalda una flecha incrustada expiraba su salvia. Permaneció en el suelo con los ojos cerrados en un intento desesperado por pasar desapercibida y salvar su vida.

"Dile que lo quiero... dile que soy él... dile que él es yo..." Susurrando, moribunda. "Luna."

Cuando volvió a abrir los ojos, destrucción. A su alrededor cadáveres y ruinas. Nadie. Una figura.

"Hola," a un joven que se acercaba nervioso, agitado.

"¡Malditos sean!" Comenzó a voltear los cadáveres, uno detrás de otro.

"¿Qué haces?"

"¡Malditos sean!" Lloró de rabia.

Cinco de ellos regresaron al poblado. Ella los vio, él no.

"¡Corre!" Gritó ella.

"¡No!" Gritó el. "Quiero que me devuelvan lo que más quiero."

Se agachó y recogió una espada ensangrentada del suelo. Erguido, con lágrimas en los ojos.

"Si no es con ella, no quiero vivir."

Sintió envidia de su sinceridad, amor. Duda. Corrió hacia él y le obligó a correr con ella. No tardaron en atraparlos. Uno de ellos se lanzó sobre él y los dos cayeron. Desde el suelo consiguió zancadillear a un segundo, dándole tiempo a ella de vacilar.

"Corre, no te preocupes por mí, corre."

Y corrió...

Se detuvo súbitamente. El zumbido cesó. Alzó su mirada hacia el cielo. Infinito. Sólo entonces se encontraron, sólo entonces se vio reflejada en sus ojos verdes. Dejó de escribir súbitamente. Escondió la fotografía, la libreta roja y el bolígrafo bajo el estropeado colchón en el que dormía. La única puerta de la habitación se abrió lentamente. Miedo. Sus ojos castaños se llenaron de hirientes lágrimas ante la amenazante imagen de un hombre que ocultaba su rostro bajo un pasamontañas. Se acercó a ella lentamente. Permaneció inmóvil, queriendo gritar, impotente. Le acarició su castaña cabellera primero, su pálida mejilla después, un gélido escalofrío recorrío su cuerpo. La abofeteó. Rió.

"Hora de comer," cerró la puerta tras de sí.

Miró a su alrededor. Dos inseguras y rumorosas bombillas iluminaban las cuatro paredes de una habitación sin ventanas, un estropeado colchón, una cochambrosa letrina, una bandeja con escasa comida. Rompió a llorar. Ahogo. Angustia.

Tres de ellos dormían mientras los otros dos hacían guardia. La noche había caído ya. Se sintió segura, ya no perseguida. No la esperaban. Se movió ágil, sigilosa, veloz. Llegó hasta donde él se encontraba sin ser descubierta. Le desató las manos, lo ayudó a incorporarse y lo invitó a caminar con ella en silencio. Mareado, nauseabundo. Caminaron con dificultad. Tropezaron, él perdió el equilibrió y besó el suelo. Una de las bestias despertó. Trajín. Consiguieron localizarlos antes de que alcanzaran el abrigo del bosque.

Corrieron y corrieron. Tropezaron. Cayeron. Corrieron. Les pisaban los talones. Él seguía mareado y corría con dificultad. Intentaron perderlos en vano. Siguieron corriendo. Cansancio. Abismo. Un barranco frenó su huída. Frente a ellos dos lunas llenas, un cielo salpicado de estrellas, un valle, un río. Azul oscuro. Belleza paradójica.

No tardaron en llegar y rodearlos. Él pareció no inmutarse. Todavía no había recuperado el aliento. Sólo entonces lo miró con cuidado y se percató de su ceguera. Habían abrasado sus ojos.

"¿Luna? ¿Eres tú, Luna?" Triste, alegre.

Ella no dijo nada. Sorpresa.

"¿Luna?"

Sus ojos brillaron como nunca antes habían brillado. En aquel instante se enamoró de su amor por Luna. Se enamoró de él. Se enamoró. Buscó tímidamente su mano con su mano. Buscó torpemente sus labios con sus labios. Se detuvo. Eternidad. Se sintieron respirar. Amor. Se besaron. Saltaron. Vacío. Libertad. El zumbido cesó, para siempre.

La puerta se abrió ocasionando un gran estruendo. Gritó en silencio. La libreta y el bolígrafo cayeron al suelo a la vez que se levantaba pero no hicieron ruido alguno. Dos hombres cubiertos con pasamontañas entraron en la habitación atufando a alcohol. Ella, bajó la mirada y buscó pero no encontró lo que buscaba y entonces sonrió y apretó contra su pecho su foto y se lanzó de cabeza contra una de las paredes de la habitación. Nada.

Abrió los ojos, confusa. Un dolor de cabeza insoportable. Él, a su lado, dormido. Lo besó en los labios, dulcemente.

8.11.06

&


"Dímelo, tranquilo, no me lo voy a tomar como algo personal."

"Pero..."

"De verdad, no quiero amigos para que me digan siempre lo guapo que soy."

&

"¿Has pensado alguna vez en abandonar?"

"Todo el tiempo."

"¿Por qué no das el paso, entonces?"

"No lo sé."

&

"Are you afraid of anything?"

"Only of one thing, but I'm getting there."

"What is it?"

"It is myself..."

&

"It's been six great months..."

"Yes..."

"Yes..."

"Do you realize that there is a major chance that we don't see each other again?"

&

"¿Me quieres?"

"... No."

"Gracias... ¿Por qué no me lo habías dicho hasta ahora?"

"No lo sé..."

31.10.06

Gracias

"Gracias a todos aquellos que decidieron compartir un segundo de su tiempo conmigo, no hay regalo más valioso," sincero, al cielo.

"Y, ¿ahora qué?" Perplejo.

"¿Ahora? No sé... Dímelo tú... ¿Descansar, quizás?"

"Quizá..."

26.10.06

Mundos ideales

En un mundo ideal.



Sus ojos pardos me miran, me ven, me desnudan.
Disimulo mi arrobamiento, me escondo.
Encojo los dedos de mis pies,
en un intento desesperado por aliviar tensiones.
Me acaricio la oreja derecha con la mano izquierda, torpemente.
Muerdo.
Huyo.

Su generosa cabellera castaña disfraza sus hombros de gala.
Mariposas.
Bajo la cabeza, ignorante,
mientras se recoge el cabello con una goma verde.
Sus movimientos son suaves.
Escalofrío.
Esperanza.

Estira su cuello para reír.
Sonrisa blanca, embriagadora.
Su piel es morena, suave.
Me imagino frágil, sutil, ligero.
Me abraza en mi cabeza.
Iluso.
Me paraliza.

Sus osados labios carmesí me besan en la distancia.
Cierro los ojos, embriagado.
Atezada oscuridad.
Restos de comida en su labio inferior.
Naranja.
Mordisco.
Espejismo.

Bajo un techo celeste manchado de algodones albinos.
Descalzos sobre un suelo esmeralda y húmedo,
salpicado de ambarinos, violáceos, níveos, colorados, azures.
Ella.
Construyo castillos de naipes.
Céfiro.

Sólo entonces dejo de escribir.
Miedo.
Sólo entonces despierto.
Suspiro.
Sólo entonces me doy cuenta de que los mundos ideales,
son en blanco y negro.

25.10.06

Sueños breves

1

No alcanzo a ver donde empieza, donde acaba. Se abre, sugerente. En su interior oscuridad seductora. Grita mi nombre en silencio. Se cierra y yo sigo fuera, cobarde. Agacho la cabeza, aprieto mis puños, lloro, suplico y lamento no haber entrado. Se abre de nuevo. Quiero entrar pero no me muevo. Quiero entrar pero no me muevo. Quiero entrar pero no me muevo. La puerta se cierra y, probablemente, nunca más vuelva a abrirse.

22

Silence.

"I'm sorry," my voice.

Silence.

"Don't worry," thousands of voices from everywhere.

Echo... Echo... Echo...


333

Me veo. Estoy durminedo. No estoy solo. ¿Quién es ella? No la conozco. Le cambio el rostro. Abro lo ojos. La ignoro. Me levanto. Estoy frente a mí. Caigo en un precipicio. Me ofrece su mano. La cojo. Sigo sin conocerla. No tiene rostro... Es quien quiera que sea. Cubo de Rubik. Su rostro cambia. La reconozco. Ruleta rusa. Disparo. Sólo entonces dejo que me salve. Dejo de verme. Abor los ojos. Miro a mi lado. Vacío.

20.10.06

Instantes

1

Planta 5. Él entra en el ascensor.
Planta 4. Ella entra en el ascensor.
Planta 3. Se reconocen, se sonríen, se saludan con la cabeza.
Planta 2. Han coincidido antes en clase, en un bar, en un concierto, en un supermecado...
Planta 1. Ella abandona el ascensor sin decir nada.
Planta 0. Él abandona el ascensor.

...en un supermercado, en un ascensor...

22

"¡Javier!" llorando de alegría mientras abraza a Javier con locura. "Pero, ¿cómo? ¡Gracias a Dios! ¡Estás vivo!"

"Me quedé dormido, perdí mi avión," contrariado por el estado de su madre. "¿Qué te pasa?"

"Lo vi en las noticias... Tu avión... Un accidente..." Besando una y otra vez el rostro de Javier.

"¿¡Cómo!?" exaltado. "Voy a llamar a Lucía, seguro que ella también ha visto las noticias..."

Unas horas antes:

"Lucía, ¿estás segura de lo que vas a hacer?"

"Sí, me acaban de decir que hay una plaza para mí, y por primera vez en mi vida estoy enamorada," sonriendo. "Tendrías que haber visto la cara de Javier ayer cuando se despidió de mí..."

333

"I love you," he says.

"Are you sure?" she asks.

"No" he answers. "But if I'm not, why can't I stop thinking about you?"

"I don't think she's gonna understand this, she's my friend..." Looking down.

"I'm not doing this because of you..."

4444

"Do you like ants? Stop playing with them and go..."

"Where? We're fine here. It's not dinner time yet and I love being in the beach when the night falls..."

"Are you gonna hit on those German girls tonight?"

"Can't you think about something else?" He stares at an ant that is walking on the palm of his hand. "Maybe..."

"If you eat it I pay you a drink tonight..."

"Ok, let's go," he leaks his hand, stands up, starts walking. "You owe me a drink..."

55555

He thrown the knife away and only then realized. He fell in front of him. Blood in his hand. A dead body laying on the floor. Inhale. Exhale. Choke.

"It was him or me, it was him or me, it was him or me, it was him or me, it was him or me..." He could listen to his beats. Silence. Beat. Breath.

Cold. Low back pain. White. Her smell. Her voice. Her taste. Her skin. Her eyes. Sorrow. Red. Black. Down.

"It is me."

17.10.06

Love happens (all the time)

...or never...

Breathing together.

"I love you," he whispered in her ear.


His voice, gentle, calm, released. In love.

Daylight. The Sun rising, shining through the window.

They were embracing each other, half naked, among the bright white sheets. Rosy her. Tanned him.

She kissed his chest, his neck, his cheek.

Silence.

*****

Claire was Irish. She had moved to New York from Dublin after finishing a Master's in Business and Administration and getting a job as a business development manager in an Irish firm that had just opened an office in Manhattan.

Fausto was born in Italy. He had lived in New York since he was twelve years old. His mother moved back to the States after she got divorced from his father. He survived working as a cook in three different restaurants in Manhattan, Bronx and Brooklyn where he lived with his mother and grandmother.

They met in a party thrown by a mutual friend. One of Claire's firm clients, one of Fausto's bosses. She liked him, his eyes, his smile, his awkwardness. He liked her, her cheeks, her hair, her shyness. They talked briefly about each other's life.

Claire accepted Lisa's invitation for dinner after work. They went to a fancy restaurant in Manhattan. The food was excellent. Butterflies. They talked about the firm, Ireland, Manhattan, men, interior design, politics, music, lingerie, chocolate... They saw each other. He was leaving the restaurant after a long shift. She waved and invited him to have a seat with them, offer that he could not refuse. He delighted them with his food, feet and history knowledge. Around midnight they left. Lisa got a cab and Fausto walked with Claire to her place which was nearby. Cool fall night. He left her at the door.

She was still at work, he thought. He went to her apartment building and left a message and a white rose for her at the porter's lodge: Can I cook for you?

She put the rose in water. Sight. She did not know how to contact him other than at the restaurant where they had met but she did not want to do that.

When she got back from work he was there, waiting for her in the street, surrounded by a bunch of paper bags from the grocery store. She smiled, her lips did, her heart did. So, can I cook for you?

*****

"I've said I love you," whispering in her ear.

"I'm sorry," a tear in her eye, her cheek, her chin, a tear that drowned his heart.

"When?" He mumbled.

"I don't know how it happened, it just did," crying. "I'm really sorry Fausto..."

Silence.

Before he left he said he would be back to pick up his stuff. He never went back...

*****

Fausto and Marie met in a concert in Boston. Fausto and Marie fell in love one starry night on a bridge. Fausto and Marie moved together to a little apartment in Dorchester.

Marie taught French in an elementary school Downtown. Fausto found a job as a cook in a restaurant in Cambridge. They were happy. Rainbow. Settled down.

*****

Fausto liked to walk alone at night before falling sleep in Marie's arms. He used to go to a park nearby where he would sit on a bench and smoke a cigarette. Inhale. Exhale. The park was always almost empty. Sometimes he would enjoy the love of a couple laying on the wet grass, the fate of a homeless looking for shelter, the patience of a dog taking out its owner.

He sat and smoked. He thought about his day, he thought about his mother, his grandmother, Italy, a father he barely knew. She sat and smoked. Michelle sat in a bench seventeen yards away from the one Fausto was on. How long is seventeen yards?

Fausto looked at Michelle while she was looking away. Michelle looked at Fausto while he was looking away. One day after another until...

Fausto looked for Michelle's blue eyes. Michelle looked for Fausto's brown eyes. They politely waved at each other. One day after another until...

Fausto walked to Michelle's bench and asked her for fire. He walked back to his bench and smoked. She looked at him walking away slowly. One day after another until...

Fausto walked to Michelle's bench and sat with her. They smoked together, in silence. One day after another until...

The closer he was to Michelle the further he was from his day by day life next to Marie.

*****

"I love you," she whispered in his ear.

Fear.

"What's wrong?" she added.

"I can't Marie. I love you but I can't. Something is missing. I don't know what to say. I'm really sorry," he looked down, she closed her eyes and did not want to open them again.

His stomach jumped into the void. At that precise moment he felt deeply sorry about Marie, sorry about Claire. His heart collapsed into tears. Why?

*****

"Claire?" he asked.

21.9.06

1825 zetas

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13.9.06

Countdown

Abres los ojos cuando Morfeo todavía reina. Huyes de su reino de fantasía. Sudas, siempre lo haces. Miras a tu alrededor y no ves sino oscuridad. Sombras. Te incorporas y descubres a alguien a tu lado, alguien que te observa atentamente con los ojos cerrados mientras descansa. Tu soledad. Siempre. Desayunas. Fractales de leche con cacao. Te lavas la cara abundantemente. Frío. Pedaleas. Maldices la suerte de un conocido que ya no lo hará más. Pedaleas. Llegas a tu oficina. Solitaria, oscura, vacía. Un paraíso efímero, intermitente, evanescente. Trabajas intensamente durante seis horas. Propuesta. Teléfono. Propuesta. Artículo. Página Web. Correo eléctrónico. Propuesta. Correo electrónico. Anhelas el silencio salado, la brisa marina, tu piel erizada, una supernova en tu retina, tus pies desapareciendo en la arena, el ir y venir de las olas. Sólo entonces te das cuenta de lo lejos que estás de ti mismo. Miras a tu conciencia a los ojos. Sonríes. Almuerzas. Caes al suelo y miras al cielo. Te duelen. Las yemas de los dedos, las palmas de las manos, antebrazos, brazos, hombros. Cierras los ojos y te imaginas escalando al aire libre. Te gusta llegar a casa cuando todavía no ha oscurecido. Llamas a tus padres, a tu hermana, a tu abuela. Lo haces de vez en cuando. No te gusta hablar por hablar. Comunicar. Mantienes una conversación con tu familia virtual a siete mil kilómetros de distancia. Tan lejos, tan cerca. Cenas fuera. El diseño quema en tu bolsillo. Entre las páginas nostálgicas de la libreta roja que alguien te regaló. Con el estómago lleno. Mil ciento treinta y siete días después le muestras el dibujo a un desconocido. Treinta y dos minutos después ya no eres la misma persona. Eres un poco más... Tú. Un pastel con forma de tortuga. Te acuestas y sólo entonces eres consciente de que tu documento nacional de identidad te sitúa por vez primera más cerca de cumplir treinta que de haber cumplido veinte. ¿Treinta qué? ¿Veinte qué? Sonríes. Eres j*&^%$mente feliz. El mundo cree saber quien eres, de donde vienes, a donde vas. No tienen ni idea. Tú todavía te sientes como un niño... y te gusta. Vives. Una tortuga asciende por la parte posterior tu pierna derecha...

You open the eyes while Morfeo is still reigning. You get away from his fantasy kingdom. You sweat, you always do. You look around and see nothing but darkness. Shadows. You wake up and see someone next to you, someone who looks at you faithfully while rests. Your loneliness. Forever. You have breakfast. Fractals made out of cocoa and milk. You wash your face energeticly. Cold. You ride your bike. You curse the luck of a colleague that will not do it again. You ride your bike. You arrive to your office. Lonely, dark, empty. A paradise, ephimeral, intermittent, vanishing. You work without stopping for six long hours. Porposal. Telephone. Proposal. Paper. Web page. Electronic mail. Proposal. Electronic mail. You yearn for the salty silence, the sea breeze, having goose pimples, a supernova in your retina, your feet disappearing under the sand, the swinging of the waves. Only then you realize how far away you are from yourself. You look your conscience in the eyes. You smile. You have lunch. You fall and look at the sky. They hurt. Your fingertips, your palms, forearms, shoulders, chest. You close your eyes and imagine yourself climbing outdoors. You like to get home before it is dark. You call your parents, your sister, your grandma. You do it every now and then. You do not always like to talk for talk's sake. Communication. You talk with your virtual family seven thousand kilometers away. So far, so close. You have dinner out. The design burns in your pocket. Among the nostalgic pages of the red notebook that someone gave to you. With your stomach full. After one thousand and thirty seven days you finally show the drawing to a stranger. Thirty two minutes later you are not the same anymore. You are a little bit more... Yourself. A cake with the shape of a turtle. You go to bed and only then you are aware that your ID put yourself for the first time closer to turn thirty than to have turned twenty. ¿Twenty what? ¿Thirty what? You smile. You are f*&^%$#ly happy. The world thinks it knows who you are, where you come from, where you go. It has no idea. You still feel like a kid... and you love it. Alive. A turtle is climbing in the back of your right leg...

3.8.06

Gutiérrez

Abrió las gafas temprano. Grillos. Apagó su revolver bruscamente y se vistió rápidamente, convencido de que finalmente iba a hacerlo. Se lavó la cara abundantemente con detergente. Desayunó tornillos con aceite. Se cepilló los dientes con el cortacesped. Buscó su micrófono entre un montón de manzanas y salió de su planeta antes de que los primeros hijos del Sol dieran la bienvenida a un nuevo día. Sonriente. Se puso al volante de su tostadora y no tardó en llegar al castillo. Allí le aguardaba su continuará. Entro en su celda y abrió uno de los arbustos. De él sacó una maceta. En su interior una chaqueta. Se dirigió a la calle del rey.

"Hola, buenos días Gutiérrez," le dijo el rey sin apenas mirarle.

Gutiérrez le lanzó la chaqueta y acto seguido le propinó un boleto de lotería. El rey comenzó a sangrar por la zanahoria. Cayó al lago. Guierrez lo pateó varias veces antes de coger una piedra de uno de los altavoces de la oficina y estrellársela en el rostro. El líquido azul le salpicó la capa. El rey dejó de respirar. Salió corriendo.

Cuando llegó de nuevo a su planeta, se duchó, y se metió en la libreta.

Durmió todo el día.

Cerillas.

22.7.06

Ants

"When are you leaving?" he asked.


"In a couple of hours," B grabbed a book from his desk and put it inside his backpack. " I wish I wouldn't need to get certified."

"Is L leading the class tomorrow?"

"No," silence. "Why don't you do it?"

"Me?" surprised. "I've never done that before. I don't know if I'm..."

"I wouldn't ask you if I thought you weren't able to," B took his backpack, which was already packed, and headed to the door. "Have a nice weekend!"

"Mahalo bra!"

"Respect!"

"Are you gonna do it?" she had been listening in silence to their conversation.

"I will, I will."

He sat there. He felt like the day before an exam. He enjoyed the feeling. He, somehow, missed it.

B had been leading that class every Saturday morning for two years. A gift. The few times he could not make it he would ask a certified instructor or an advanced student to lead the class. He was not a certified instructor and although he had been going to that class every Saturday morning since it started he did not feel himself as an advanced student.

He thought about himself leading the class while going over a book that he borrowed from B. He was not yet comfortable about the idea. Being in front of the class. Being the instructor. Small. Big. All his problems, issues, showed up at once in his mind. Distraction. He prepared the class the best he could before falling sleep on the floor. Next to him, the book, a couple of papers full of drawings and text, a pen.

He woke up early after, like everyday, five hours of sleep. Brief meditation. He had breakfast, his favorite meal of the day. Chocolate milk with cereal, orange juice, fresh fruit with cinnnamon, yogurt. For a second he wished no one would show up. He knew there was not going to be a crowded class. Whenever B was out of town and he mentioned it on his friendly reminder electronic mails most people would just stay at home. Saturday morning in bed. B did not like that. He did not like that either.

He rode ten miles from his place to the park. He did not have a car although he had been told many times that it was impossible to survive without one in Gainesville. He loved the feeling of the morning breeze on his face. Empty streets. Runners. He arrived in the park at seven thirty, thirty minutes before the class was supposed to start. He set up his mat and waited in a crossed-legged position. Butterflies smiling, messing with the cereal. Deepness.

Awareness.

When he opened his eyes again he felt different. The butterflies were not inside him anymore. They were around him, all over the place. Beautiful. Six people showed up. Only then he felt ready. He knew it was moment for him to learn, to share, to enjoy.

"B is out of town, isn't he? Do you know who is gonna lead the class?" N, a certified instructor, asked.

"I am, but..." the words came out of his mouth without even thinking about it. "This is not a class, at least not anymore. B started something that doesn't need him anymore, and that's precisely the beauty of it. Whenever he's around it's great to be leaded by him, but when he's not, it's also great to be leaded by whoever feels to. This is us and we're all the same. This is a group. It'd be great to share the lead with you today and whoever is interested."

N accepted and the class started. He felt comfortable right from the beginning. Deep breathing. He did not even need to follow his notes. Flow. At some point N took the lead. He was happy to see that what he suggested to do was similar to what he had thought the night before. Time going by. He took the lead back. After two hours the sun was higher and the heat became too intense. They dived into the relaxation pose. He had always been one of the people lying on the floor with their eyes closed listening to the birds, the squirrels, the dogs, someone's breathing, B's gentle voice... Not this time. Something caught his eye.

"Namaste!"

"There are a lot of insects, a lot of ants," M said.

"Mmm..." he smiled. "I was actually thinking about that while you were sleeping. Some of you weren't able to fully relax because of that. You would bring your attention once and again to the presence of an insect in your leg, arm, face. So, in the end, you weren't able to relax. It is funny also how the longer the time you would lay, the less times you would bring your attention to that. An ant is just that, an ant, and, think about this, there's nothing the ants around here could do to you while you are trying to relax. Why would you let them distract you? You can go further now and think about problems, issues, in terms of insects. Why would you let them distract you from being relaxed, calm, aware? They are there, you can face them whenever you feel like to, don't let them lead you. You can bring back your attention to those insects and get rid of them, or not, when you finish your relaxation... Anyways, this is only what I think and, as always, I'm probably wrong..."

M and R smiled. People started to leave the park wishing him a great weekend. Life.

He walked away, slowly, carrying his bike and feeling grateful...

Thanks B.

19.7.06

La Cazadora

A los que no las guardan el el armario

La guardó en el armario por última vez. Estaba ligeramente descolorida y deshilachada. No quería deshacerse definitivamente de ella.

Sobre la cama, una flamante cazadora aguardaba el momento de abrazarlo por primera vez.

"Ya iba siendo hora de que te deshicieras de ese arapo," su madre besó la frente de su hijo una vez más el día de su cumpleaños.

"Gracias por el regalo," mientras acompañaba a sus padres a la puerta de su apartamento. "Intentaré pasar por casa el fin de semana que viene."

Resultó sentirse sumamente cómodo embutido en su nueva cazadora. Los días pasaron. Se acostumbró a ella. Sus amigos la aprobaron, la envidiaron, la codiciaron. Siempre que abría la puerta de su armario veía la que un día fue su amiga. Todavía. Rodeada de camisas y pantalones. Colgada de una percha. Descolorida y deshilachada. Recuerdos.

Poco después decidió doblarla y guardarla junto a la ropa vieja que utilizaba sólo cuando tocaba ensuciarse de verdad. Distancia. Tocó ensuciarse.

Decidió deshacerse de ella. Aparcó su coche. Se apeó. Buscó su reflejo en una de las ventanas del vehículo. Lo encontró. Se abrochó su flamante cazadora. Se gustó. Sacó dos bolsas de basura del maletero. Caminó hacia el hospicio. Entró.

Salió sonriente. Paseó en dirección a un parque cercano. Sujetaba su nueva cazadora con su mano izquierda mientras una vieja cazadora, descolorida y deshilachada, lo abrigaba de la fría brisa de un atardecer invernal.

13.7.06

Filomena

A mi abuela Filomena

Es sábado.


Abre los ojos. Castaño. Sonríe. Da las gracias en silencio.

Amanece y los primeros rayos del Sol colorean la ciudad. Amarillos, rojos, azules, blancos, negros, grises... Le gusta imaginar que él sigue a su lado, en la cama, durmiendo. Se levanta y se dirige al lavabo de una casa extraña y vacía donde cambia su pijama por una bata. Lava su ropa interior en el lavamanos y regresa a su habitación. Hace diez años que duerme sola. El rubilín do tesín, así le gustaba recordarlo, la espera pacientemente al otro lado. No tienen prisa por lo inevitable. A veces recuerda también sus ataques de asma y es entonces cuando su corazón sonríe, pues fue su amor por ella el que lo mantuvo a su lado tanto tiempo. Ella lo sabe. Él lo sabe.

Desayuna y para evitar quedarse dormida de nuevo, hace punto. Calcetines. Le ha hecho un par a todos y cada uno de sus hijos, nietos, viznietos. Unos los lucen, otros no. No le tiene miedo a la muerte. Jesús, cuando era niño, gustaba de escuchar historias para no dormir alrededor del fuego, historias relacionadas siempre con el fin. Miedo. La fugaz imagen de Jesús le encoge el corazón. Lamenta la suerte de su hijo mayor. Contempla con ilusión unos diminutos patucos de lana blanca y rosa para su viznieta.

Cuando muere un hijo, algo muere con él en el corazón de su madre. La imagen de un caballo en un televisor encendido al que apenas presta atención le recuerda a la pierna escayolada de Pepe el día de su boda. Fuerza. La ilusión lo mantuvo milagrosamente con vida hasta que no pudo más. Hasta entonces, dichoso y feliz.

El Sol de mediodía calienta el asfalto. Pronto dejará la ciudad por la casa de la playa para pasar allí el verano, junto a María, siempre sonriente, siempre dispuesta a ayudar a los demás, siempre. Parece imposible que se enfade con nadie, parece imposible que nada le moleste, parece. Es imposible.

A todos sus amigos le duelen los huesos. A ella no, a ella no le duelen. Sólo a veces y entonces no puede evitar acordarse de un jovencísimo Paco.

Se prepara una manzanilla mientras espera pacientemente la llegada de su hija y su yerno. No le gusta comer sola. En ocasiones le duele la barriga. Nada comparable a las fiebres de Malta que la acompañaron durante el embarazo de Silvano. Nació pequeño. Corazón enorme.

Por fin llega Inés. Viven en un primer piso con ascensor. Ha pasado mucho tiempo desde que saltó al vacío desde el corredor de la casa del pueblo. Juntas cocinan y hablan de cualquier cosa.

Le gusta echar la siesta después de comer. Le gusta dormir aunque prefiere no abusar de ello. No quiere quedarse dormida. No, todavía. A Aurelio sí le gusta dormir (y comer). Aún recuerda un día en el que su hijo se retiró a descansar antes de la fiesta mayor de un pueblo vecino y, cuando se despertó, allí sólo quedaba silencio. Ella no quiere perderse la fiesta.

Sueña con Trinidad, la más traviesa. Disfrutaba saltando al zarzal desde el caballo, cayéndose a la presa mientras buscaba nidos, participando en carreras clandestinas...

Lee para no quedarse de nuevo dormida mientras espera a sus invitados. Un libro sobre la Guerra Civil Española. Es incapaz de recordar lo que lee, pero disfruta de ello mientras lo hace. Piensa en la bala, jamás disparada, que hirió a Manolita. Juegos de niños.

Se acicala justo antes de las cinco y se dirige al salón donde pacientemente espera la llegada de sus invitados.

El zumbido del timbre del portero automático le arranca un suspiro. Se levanta y se dirige a la puerta a recibir a su primer invitado. Sorpresa cuando resulta ser un completo desconocido. Viste traje gris sobre camisa blanca y zapatos marrones. Es irresistiblemente bello.

"¿Filomena García?" Su voz es profunda y seductora.

"Sí, esa soy yo, ¿quién es usted?" Intrigada.

"Eso poco importa," hace una pausa. "Vengo a buscarla."

"Si no me dice quien es, mucho me temo que se va a tener que ir solo."

"Soy yo."

"Entiendo," respira profundamente. "Lo siento, pero hoy no voy a poder acompañarle. Hoy es sábado y, como todos los sábados, tengo intención de reunirme con mis hijos. No puedo irme y faltar a mi cita con ellos. Es usted encantador pero todavía no estoy preparada..."

El zumbido del timbre del portero automático le arranca un suspiro. Se levanta y se dirige a la puerta a recibir a su primer invitado. Son Paco, Fina y Emilia. Poco después llegan Manolita y Felipe. Inés prepara café para todos y Antonio ofrece aguardiente. Llega Mercedes. Aurelio no tarda en llegar, lo acompaña María. Después llegan Silvano y Teresa. Tino y Trinidad son los últimos en llegar.

Hoy, como cada sábado, Filomena es feliz. Mañana, como cada domingo, Filomena será feliz mientras espera hasta el siguiente sábado.

7.7.06

Fresas con nata

No pensar es algo que se cura con los años

Cabello oscuro, corto, alborotado. Se vistió lentamente, sin prisa. Mientras, ella, desnuda, sobre la cama, contempló una vez más su cuerpo. Sus ojos castaños recorrieron gentilmente su rostro, su cuello, su espalda, su abdomen, sus manos...

Mientras él abandonaba la habitación para, quizás, nunca regresar a su apartamento, ella recordó la primera vez que su mirada había coincidido con la de un joven desconocido, tres días antes. Él le había dedicado una sonrisa inocente. Ella le había saludado educadamente.

Pensó que era un niño. Pensó que era atractivo, gracioso, simpático, apasionado, osado...

Pensó que sería interesante.

Lo fue.

Él nunca pensó.

Cuando llegó a casa de sus padres abrió la puerta de la nevera. Fresas. Nata. Cortó las fresas con esmero y las mezcló con la nata en un bol de Hong Kong Phooey. Aquellas fresas, aquella nata, nada tenían que ver con las que había comido hasta entonces, con las que comería a partir de entonces. No pensó, y las disfrutó como si de la primera vez se tratara.

20.6.06

Colonia

"No hay vuelta atrás," mientras dejaba el informe sobre la mesa y dirigía su mirada a sus interlocutores. "En menos de trescientos años..."


"Eso quiere decir que debemos poner en marcha nuestro plan de evacuación." El tono excitado de su voz disculpó su intromisión.

"Si no recuerdo mal, y no acostumbro a hacerlo, Tierra era nuestra mejor opción," observó alguien con tono serio. "¿Lo sigue siendo?"

"Un informe reciente demuestra que para cuando necesitemos colonizarlo, allí no quedará nadie," silencio. "No será un problema."

"Siéntate en la puerta de tu casa..."

"... y verás pasar el cadáver de quien pudo ser tu amigo," ella, mientras regalaba una infinita sonrisa a quienes la observaban con admiración.

Cuando llegó a casa aquella noche después de la reunión lloró primero, rió después...

9.6.06

Un conte per a nens i nenes (segona mitja part)

L'Arsènia era un cor enorme que vivia amb els seus pares a una petita casa de Ciutat Petita. El seu pare, el Ramón, era un polze que es dedicava a vendre pà a un forn que havia heretat de l'avi matern de l'Arsènia, el senyor Miquel. El Ramón havia heretat el forn I l’Arsènia un peluix que estimava amb bogeria. Tothom a Ciutat Petita comprava el pà al forn del senyor Miquel i el Ramón gaudia de les petites interaccions diàries amb els seus veïns al forn. La seva mare, la Maria, era un pit que mai havia sortit de Ciutat Petita tot i que sempre ho havia volgut fer. La Maria era perruquera i tallava el cabell a totes les dones de Ciutat Petita. Polze i pit s'havien conegut a l'escola però no s'havien vist fins uns anys després. Del seu amor va nèixer un cor enorme que no va trigar a enamorar a tothom. Tothom coneixia l'Arsènia.

Passaven els dies, els messos, els anys i l'Arsènia es feia gran. Era una artista i gaudia del fet de transmetre els seus sentiments a través d'una pintura, d'una cançó, d'un conte. Els seus amics sempre estaven al seu voltant demanant consell. La vitalitat de l'Arsènia es contagiava. El que més li agradava, però, era ballar. A Ciutat Petita, malauradament, no podia aprendre a ballar i per això, tot i que era feliç, no bategava. Quan l'Arsènia era molt petita algú havia obert una escola de dança però la falta d'interés per part dels veïns l'havia condemnat al fracàs. La senyoreta Glòria, el turmell que havia obert l'escola, filla del puny que presidia Ciutat Petita, havia llavors abandonat casa seva en busca d'una oportunitat a Ciutat Gran.

Ciutat Gran estava molt lluny de Ciutat petita.

Ciutat Petita estava situada al bressol d'una vall, entre dues muntanyes molt altes. Un riu trencava la ciutat en dos. Els edificis eren baixets i, per sobre de la resta, s'obria pas l'esglèsia. Des del campanari es veia tota la ciutat. Les cases eren blanques. Els sostres eren foscos. Els nens perseguien a les nenes al carrer. Els homes discutien de futbol al bar de la Plaça Major. Les dones tafanejaven al mercat mentre feien la compra diària.

Ciutat Gran estava situada a una costa sense platja i s'estenia al llarg d'una planície infinita. La contaminació entristia el blau del cel sobre Ciutat Gran. Els edificis, però, el feien somriure, el grataven. El raigos del Sol difícilment arribaven als carrers on cotxes i vianants anaven de dreta a esquerra, de davant a darrera, de dalt a baix. Ciutat Gran, però, tenia de tot... i molt.

Un Nadal, la Glòria va tornar uns dies a Ciutat Petita. Va agafar un avió des de Ciutat Gran a Ciutat Estreta i des d'allà va agafar un autobús que la va deixar a la Plaça Major de Ciutat Petita. No acostumava a visitar la seva família molt sovint però el seu pare, el puny, estava molt malalt i va decidir fer-ho. Puny i turmell van gaudir del que seria el seu últim Nadal junts. El dia de la Nit de Nadal la Glòria va anar a comprar el pà al forn del senyor Miquel, on es va trobar a l'Arsènia, que estava atenent el negoci. El seu pare havia sortit a fer uns encàrrecs.

"Com va la vida per Ciutat Gran?," va preguntar l'Arsènia amb entusiasme.

"Hola! Tot va genial! Voldria un pà de pagés i uns quants pastissets," va contestar la Glòria.

L'Arsènia va posar un enorme pà de pagés sobre el mostrador.

"Quins pastissets voldràs? I la dança, com va la dança? Jo intento aprendre però no tinc qui m'ensenyi..."

"Els voldrem tastar tots! Jo marxo demà passat i m'encantaria poder ballar amb tu, però no serà possible. Et puc deixar la targeta de l'escola on treballo i si algun dia visites Ciutat Gran..." La Glória li va donar la targeta i un bitllet de vint euros. L'Arsènia li va tornar el pà de pagés, una safata plena de pastissets, el canvi i un somriure sincer però que emanava resignació. "Bon Nadal!"
"Bon Nadal a tu també, Glòria!" El turmell va sortir del forn mentre el cor no deixava de mirar la targeta...

Mentre tornava a casa, amb la targeta a la butxaca, va tornar a sentir el que sempre sentia quan s'imaginava enfrontant-se a polze i pit, dient-los que volia marxar a Ciutat Gran, que volia aprendre a ballar. Mai ho havia fet tot i que sabia que era el que volia. Simplement deixava que el que ells volien omplís la seva vida, tot i que només fos fins a la meitat. Tantes nits sense dormir. Tants silencis. Tant mirar les estrelles des de la finestra de la seva habitació. Tants somnis...

El sopar de Nadal va ser deliciós. La seva mare va tornar a superar-se. O això o, simplement, havien oblidat ja com de bo havia sigut l'àpat de l'any anterior. Sopaven els tres sols. El dia de Nadal el passarien en companyia dels dos germans de la Maria i de la germana del Ramón. Després de sopar van començar a parlar. Al Ramón li agradava molt parlar del dia a dia al forn, de política local i de futbol. L'Arsènia i la Maria l'escoltaven atentament fins que començava amb les pilotes. Reien. Somreien. El Ramón va explicar que a la senyora Virgínia, una llengua de l'altra banda del riu, se li havia caigut la bossa del pà aquell matí quan sortia del forn i que quan es va ajupir a agafar-la el seu vestit va cedir a les seves carns i es va trencar verticalment pel cul. Tots tres van trencar a riure i ho van fer durant uns minuts. Després el silenci va tornar a la taula. El Ramón es va encendre un puret. La Maria va veure de la seva taça de te. L'Arsènia va respirar profundament.

"Avui he vist a la Glòria," va mirar al seu pare i a la seva mare als ulls.

"Sé que mai us he demanat res i mai ho faria si no fos realment important per a mi," el seu pare va apagar el puret i la seva mare es va ficar un bombó a la boca. "Sabeu que la dança em fascina," les paraules sortien de la boca de l'Arsènia com demanant permís. "M'ha donat la targeta de l'escola on treballa," va treure la targeta de la butxaca esquerra dels seus pantalons i la va deixar sobre la taula. Va tornar a mirar als ulls dels seus pares en busca de complicitat. "Tinc uns diners estalviats, no són molts, però suficients," el seu pare va adonar-se del que passaria a continuació mentre la seva mare es ficava a la boca el tercer bombó. "Vull marxar a Ciutat Gran a estudiar dança, sempre ho he volgut fer, però ara és el moment." Silenci.

"Però qué estàs dient? Què no estàs bé aquí? Què no t'estimem prou? Què se t'ha perdut a tu a Ciutat Gran?" Es va aturar un segon i va mirar a la Maria. No estava emprenyat però no podia deixar de parlar. "Però tu no estàs acostumada a la gran ciutat. A Ciutat Gran una noia com tu, que ha viscut sempre aquí... A més, ¿saps? És que no ho entenc. I ara..." Es va aixecar va sortir de l'habitació i va tornar. "Té!" Va llençar un paquet sobre la taula i l'Arsènia el va obrir. Era un dossier amb informació sobre una propietat. "Aquest era el regal que tenia per a tu. He comprat un local i el volia compartir amb tu. Hi ha espai suficient per a desenvolupar el teu art i fins i tot podem habilitar una sala per a l'exposició i venda de les teves peces," la seva veu sonava cada cop més trista. "Sé que si ens dius això és perquè ja ho tens decidit i sé que marxaràs però vull que sàpigues que jo no ho aprovo..."

"Té!" Va dir llavors la Maria que fins llavors havia romàs en silenci. "Aquest és el meu regal..."

"Ho sabia," va dir el Ramón. L'Arsènia va obrir el sobre que la seva mare acabava de deixar sobre la taula i va descobrir un bitllet d'avió a Ciutat Gran. Marxaria el primer de gener.

El Ramón va marxar a dormir i la Maria va marxar darrera d'ell. "No et preocupis, ja m'ocupo jo del teu pare..."

Allà sola, asseguda a la taula, amb el bitllet d'avió a una mà i el dossier a l'altra l'Arsènia va plorar...

L'endemà tothom sabia ja que l'Arsènia marxaria. La Glòria quan ho va saber va buscar-la per a donar-li el seu telèfon i dir-li que podria contar amb ella pel que volgués. Un munt de índexs del poble van dir-li que estava boja. La majoria dels veïns no entenien la seva decissió. Durant el menjar de Nadal no es va parlar del tema a la taula perquè així ho va demanar el Ramón. A la nit l'Arsènia va quedar amb els seus millors amics, el Roger, una espatlla dreta, i la Laia, una espatlla esquerra. El Roger que sempre havia estat un somiador s'imaginava ja visitant Ciutat Gran per a gaudir d'un espectacle de dança. L'Arsènia seria la protagonista. La Laia no es va mostrar tan optimista i va intentar convèncer a la seva amiga de que es quedés, que la trobaria molt a faltar i que li sabria molt greu que marxar fos una decissió equivocada. Però si alguna cosa eren aquell cor i aquelles dues espatlles, eren amics, i abans de tornar a les seves cases es van dessitjar mútuament la millor de les sorts de cara al nou any que havia de començar. L'endemà va marxar la Glòria no sense abans acomiadar-se de l'Arsènia amb un "Fins aviat!". El que no sabia ella es que hauria de tornar abans del que es pensava a Ciutat Petita perquè el seu pare moriria el segon de febrer. L'Arsènia va començar a acomiadar-se de Ciutat Petita, dels veïns, dels amics, dels seus racons favorits, del riu, de les muntanyes...

La nit de Cap d'Any va ser diferent a totes les anteriors. L'Arsènia havia d'agafar un autobús l'endemà molt d'hora i un cop va haver canviat l'any va marxar a dormir. Abans, però, el seu pare li va donar una abraçada. "Bon any filla meva!" Estava a punt de plorar. "Continuu en desacord amb el que faràs, però..." La va mirar als ulls. "Sort!"

Quan va arribar a Ciutat Gran després d’un viatge esgotador l’Arsènia va sentir-se bé i malament alhora. Bé perquè per fi veuria complert el seu somni. Malament perquè tenia por. Continuava sense bategar.

La primera setmana a Ciutat Gran va ser un no parar d’aprendre i conèixer gent. L’endemà d’arribar va trucar a la Glòria des d’un hotel. La Glòria ja li tenia allotjament, tot i axí no estaria disponible fins al cap d’un parell de setmanes. Mentrestant es va instal·lar amb ella. Compartiria pis amb un peu i un genoll, bona gent, Lluís i Eugènia es deien. Va començar a fer classes a l’escola de la Glòria. Cada dia era el millor. Es va acostumar a meravellar-se constantment de tot el que li envoltava. Els seus professors eren extraordinaris i els seus companys sempre tenien un segon per a ella. Tot i així, a les nits, abans d’anar a dormir, el seu cap s’omplia de dubtes i s’entristia. La seva tristesa només durava cinc minuts però no acabava de marxar del tot. A més, durant el dia era tot tan increïble que no tenia temps de pensar en res que no fos tot allò que succeïa al seu voltant.

El dia que va haver de mudar-se al pis del Lluís i la Eugènia la Glòria no la va poder ajudar. A ella no li va importar perquè no tenia moltes coses acumulades encara. Va agafar un taxi fins al barri on viuria.

“Tens hora?” Va preguntar-li un estrany.

“Són les cinc i mitja,” va dir l’Arsènia després de deixar a terra la maleta que carregava amb la mà esquerra i el peluix que carregava amb la mà dreta.

El desconegut va agafar ambdues coses i va començar a córrer.

L’Arsènia va cridar però no hi havia ningú a prop. Va sentir-se impotent i va començar a plorar. Feia molt de temps que no ho feia. A la maleta només portava roba, però aquell peluix certament era important per a ella.

Es va eixugar les llàgrimes amb un mocador i va tornar a obrir els ulls i va veure un somriure que s’apropava i va veure que el somriure portava el peluix a la seva mà esquerra i el va mirar als ulls i de sobte el somriure va començar a somriure i ella, per fi, va tornar a bategar. L’Arsènia va deixar de ser simplement un cor, l’Arsènia va ser una noia meravellosament maca…

Un conte per a nens i nenes (primera mitja part)

L'Arnau era un somriure que va néixer una tarda d’hivern a Barri Perdut. Fill d’un bigotis, el Joan, i una panxa, la Irene. L’Arnau tenia una germana, un nas que sempre estava al seu darrere, la Petra.

Barri Perdut estava a les afores de Ciutat Petita i gaudia de plena autonomia. Això feia que molta gent de Barri Perdut mai havia visitat Ciutat Petita. Aquest era el cas de l’Arnau, que va estudiar a Barri Perdut fins que va arribar el dia de marxar lluny dels seus pares en busca dels seus somnis.

La seva infància va ser viscuda amb intensitat.

Un dia, quan encara era molt petit, va decidir no tornar a classe després del pati. El Miquel i el Jordi el van acompanyar en la seva aventura, un coll i una orella respectivament. Només l’orella avui el continua acompanyant. Poc després, un parell de professors van sortir al pati preocupats. Els van estar buscant durant moltes hores. Des d’on ells estaven amagats van observar com succeïa tot.

“La senyoreta Tània, mira! Em sembla que està plorant,” va dir el Jordi, que era dels tres el que més sentit de culpa tenia.

“Què plori!” va dir el Miquel, abans de riure d’una forma molt característica, molt seva.

L’Arnau va començar a sentir-se incòmode. Poc després van decidir entregar-se, tot i que el Miquel insistia en que no ho havien de fer. Els van castigar amb un mes sense pati.

“Fill meu, si un dia d’aquests jo no torno de la feina, què pensaries?” El seu pare tenia una manera molt peculiar de dir-li les coses. “Què pensaries si tampoc torno l’endemà? Què pensaries en veure a la teve mare, trista, mirant per la finestra o asseguda al costat del telèfon?” No va dir-li res més.

“Peró, en què estaves pensant?” La seva mare era molt més expressiva. “S’ha acabat la televisió durant una temporada. La televisió i tot allò que no sigui fruita per berenar!”

Sempre va ser un bon estudiant, però no un alumne exemplar. Això sí, la seva relació amb els de casa sempre va ser excel·lent.

A l’escola primària es barallava un dia sí i un altre també. A casa encara recordaven el dia en que va tornar amb el nas trencat.

“No importa que siguis molt fort, molt ràpid, molt llest… Sempre hi haurà un de més fort, de més ràpid, de més llest…” El seu pare mai va canviar.

“Qué farem amb tu!” La seva mare tampoc. “Aquest mes no surtiràs al parc!”

Tot i la mala imatge que donava de vegades, la seva germana sempre el va admirar. Sempre, fins que ell va començar l’instiut i el que feia va començar a no semblar-li bé. L’Arnau estimava la seva germana per sobre de totes les coses però era incapaç de dir-li i, de vegades, fins i tot s’hi esforçava per tal de dissimular-ho.

Poc a poc el somriure de l’Arnau va anar desapareixent. La seva passió era la biologia però aquesta era la única cosa que el feia feliç. Ja no es barallava amb la gent però moltes coses de les que feia, feien mal als altres. La seva mare patia, la seva germana patia. El seu pare simplement esperava el moment en que el sentit comú naixés. Estava convençut de que arribaria.

“Arnau!” Dormien un al costat de l’altre, només separats per una paret. La Petra va trencar el silenci.

“Què vols grossa!” Ell sempre tan simpàtic.

“No puc més! Saps què?” Fins i tot l’Arnau va escoltar el seu suspir. “Si no fossis el meu germà, ni tan sols parlaria amb tu, no em caus bé, i això que sempre t’he admirat. Ets dolent!” He dit.

Ningú va dir res més. La Petra va plorar en silenci al llit. L’Arnau no va poder dormir. Les paraules de la Petra es repetien una vegada i una altra al seu cap. Com un martell. Hipnotitzat.

A partir d’aquell dia l’Arnau va començar a deslligar-se del món i a centrar-se cada cop més en la biologia. Va deixar de fer moltes coses de les que feia i un bon grapat d’amics van donar-li l’esquena per això. Quan no estava a l’escola es tancava a la seva habitació i llegia, llegia i llegia. La biologia l’omplia però no era suficient, no el feia somriure.

“Me’n vaig a Ciutat Gran a estudiar biologia,” els va sorprendre a tots una nit mentre sopaven.

“Què!?” Va exclamar la seva mare.

“Ho has pensat bé, fill meu?” L’Arnau va assentir. “Llavors no hi ha res més a dir.” El seu pare sabia que havia arribat el moment de deixar-lo anar a lluitar pels seus somnis. La Petra no va dir res.

Els dies van passar i el moment de marxar s’apropava.

“Fa temps que no parlem,” l’ambient entre la Petra i l’Arnau s’havia refredat. “No m’havies dit que volies marxar.”

“Saps què Petra?” els ulls se li van omplir de llàgrimes que no van sortir. “T’estimo. T’estimo i tenies raó. La biologia m’agrada i m’ha ajudat a adonar-me de que s’ha de lluitar pel que un estima. Només així, tot i fracassar, un pot sentir-se bé, realitzat. La realització no té a veure amb assolir les metes, té a veure amb com camines. I jo no ho estava fent bé. Vull tornar a ser el teu millor amic i aquesta és la meva meta ara mateix i vull caminar de la millor forma possible. Vull sentir que realment estic intentant arribar al teu cor.”

La Petra no li va dir res. Es van mirar als ulls un segon i com qui demana permís maldestrement es van apropar, es van aturar, es van fondre en una profunda abraçada…

Feia sol el dia que va marxar. El seu pare el va portar fins a l’aeroport amb cotxe. La Petra els va acompanyar però la Irene va preferir quedar-se a casa. Plorava de tristesa i alegria. Camí de l’aeroport van fer una parada a Ciutat Petita, on mentre el cor i el bigotis van anar a comprar algunes coses, el nas va entrar al forn del senyor Miquel.

“Vull els pastissets més bons que s’hagin fet mai,” va cridar alegrement el nas. “Molt bon dia!”

“Has vingut al lloc idoni,” va dir un cor des de darrere del mostrador. “Meravellós dia, sens dubte. I la teva presència aquí el fa encara millor.”

El cor va marxar durant uns segons i va tornar amb una caixeta plena de pastissets.

“El meu pare els acaba de fer ara mateix,” va embolicar la caixa amb paper de regal sense esperar a que el nas ho demanés. “Per a qui són?”

“Són per al meu germà. El noi més meravellós del món. Bé, potser no tant, té els seus defectes també, però l’estimo molt i avui se’n va lluny a lluitar pel seu somni,” una gran rialla.

“Té, pel teu germà doncs. Segur que és una gran persona,” quan el nas va preguntar el preu dels pastissets el cor li va dir que tant ella com el seu germà mereixien allò i molt més, i que ella es feia càrrec.

“Gràcies! Què vagi molt bé!” es va acomiadar. “Per cert, el meu nom és Petra.”

“Igualment! Jo sóc l’Arsènia.”

La Petra va explicar el seu breu encontre amb l’Arsènia mentre degustaven els meravellosos pastissets a la terminal de l’aeroport.

Els primers dies a Ciutat Gran van ser difícils, però aviat va acostumar-se al seu nou entorn. Mai va arribar a meravellar-lo per allò que era, però sí per allò que li oferia.

Quatre anys després ja era biòleg i havia trobat feina a un centre d’investigació lligat a la universitat. Tot i així, seguia sense somriure. La seva feina no li donava tot el que necessitava. De vegades es sorprenia mirant a l’infinit mentre treballava, ausent. Alguns dies treballar era simplement imposible. Què era allò que li faltava?

La seva germana el visitava sovint, qualsevulla excusa era bona per a viatjar a Ciutat Gran, els seus pares no tant. Ell sempre tornava a casa a passar el Nadal amb la família. A la seva mare li feia molta il·lusió tenir els seus dos fills a casa durant les festes nadalenques. Va arribar, però, l’any en que això no va ser possible. L’Arnau havia de treballar durant el Nadal en un projecte molt important que no podia esperar. La seva intenció era treballar durant els messos de desembre i gener, i visitar la seva família durant el mes de febrer, un cop hagués acabat. A la panxa això no li va fer gràcia. Al bigotis, conscient de que el seu fill per fi havia trobat allò que l’havia de fer feliç, li afectava menys.

La nit de Nadal i els dies de Nadal i Sant Esteve els va passar sol al pis que compartia amb el Pasqual, una cama que havia fugit del bullici de Ciutat Gran durant uns dies. El dia de Nadal va trucar a casa i va estar parlant amb els seus durant una estona.

Li agradava passejar per Ciutat Gran, li agradava imaginar les històries darrera de cada una de les persones que es creuava al carrer. La gent passa desapercebuda a Ciutat Gran. Però no per a ell.

La nit de Cap d’Any va sopar amb uns amics de la feina però va marxar a casa poc després de menjar el raïm.

“Demà haig de treballar,” va estar passejant un parell d’hores abans de tornar a casa definitivament. Allà, en silenci, va fer balanç de l’any que s’acabava. Era feliç, però no somreia, encara.

La primera setmana de l’any entrant va ser certament productiva. En tornar de les seves vacances, el seu cap es va mostrar molt content pel que l’Arnau havia aconseguit. Tant, que un cop van discutir els aspectes de tot plegat li va demanar per favor que no tornés al laboratori per uns dies. S’havia guanyat unes vacances.

“Una xocolata calenta,” va obrir un diari que hi havia a la taula mentre el cambrer va marxar del seu costat.

Cinc minuts després va tornar. “La seva xocolata.”

“Gràcies!” Va gaudir d’allò que més li agradava, juntament amb la biologia, la xocolata calenta.

No hi havia molta gent al local. Un cop va haver acabat, va pagar i es va dirigir a la porta i la va obrir i va sortir al fred de la ciutat i va tancar la porta i es va girar i un home que corria va ensopegar amb ell i els dos van caure a terra i es van mirar durant cinc segons i l’home es va aixecar i va agafar una maleta i va començar a córrer novament…

Quan l’Arnau es va aixecar va veure un peluix al terra, un peluix molt maco que va captar la seva atenció. El va agafar de la mà i va començar a caminar en sentit contrari al que l’home havia triat per a fugir.

No havia caminat ni cinc minuts quan va veure un cor plorant a una cantonada. Va veure com el cor s’eixugava les llàgrimes amb un mocador i va veure com quan el va veure, el cor, fins llavors inert, va començar a bategar i va sentir, de sobte, com ell, per fi, tornava a somriure. I va ser llavors quan l’Arnau va deixar de ser un somriure i es va transformar en un noi i es va perdre a la profunditat dels ulls de la preciosa noia que romania immòvil al seu davant…

22.4.06

Un beso

Feliç Sant Jordi

Comieron algo en un restaurante de comida rápida. Detestaban la comida que allí se ofertaba pero de vez en cuando alimentaban su odio hacia ellos a base de hamburguesas y patatas fritas. Lo pasaban muy bien juntos.

Se tumbaron en un cesped húmedo a contemplar un cielo infinito. Verdes y azules a su alrededor. El sueño se apoderó de ellos poco a poco mientras hablaban del pasado, del presente, del futuro. Siempre igual, siempre diferente... Al margen de lo que sucedía a su alrededor. Un niño aguardaba entre dos árboles a que el juego volviera a desarrollarse en su mitad del improvisado terreno de juego. Dos mujeres empujaban dos cochecitos de bebé y, mientras hablaban de sus dos maridos, dos bebés lloraban y reían para captar la atención de sus dos madres. Un vagabundo preparaba su lecho estival en su banco a la vez que unos ojos nostálgicos acompañaban cristalinos la alegría de una pareja de enamorados que paseaba su presente felicidad por el parque. El mismo parque en el que tres ancianos descalzos discutían amigablemente sobre la arena, entre varias bolas de petanca y un boliche. Una decena de adolescentes mataban su tiempo al recaudo de un muro, algunos fumaban los cigarrillos que uno de ellos había robado a su padre, algunos reían, algunos bostezaban. Tres jóvenes parecían verse reflejados en ellos. Ya no eran cigarrillos lo que robaban, ya no eran cigarrillos lo que fumaban. Un hombre emperifollado leía un periódico financiero sentado cómodamente en un banco a la sombra de un pino, aguardaba la llegada del lunes. El arcoiris de sonidos los devolvió a la realidad. Se miraron. Comenzaron a reír.

Antes de que el Sol amenazara definitivamente con despedirse se dirigieron a la casa de uno de ellos. Decidieron darse un baño antes de cenar. Los dos tenían compromisos aquella noche por lo que no se verían hasta el fin de semana siguiente. Los domingos por la tarde no acostumbraba a haber nadie en casa. Se despojaron de sus ropas y se lanzaron de cabeza a la piscina vistiendo únicamente su ropa interior. Jugaron, rieron, salpicaron, chapotearon, disfrutaron... Acababan de cumplir veinte años. Agua fría. Piel de gallina. Cuerpos diferentes pero igualmente sensuales. Intentaron ahogarse mutuamente. Se abrazaron fuertemente. Los dos deseaban ser quien permaneciera en la superficie. Risas. Pelearon con ese único objetivo hasta que lo agitado de sus respiraciones anunció su fatiga. Cedieron entonces, todavía abrazados. Buscaron sus reflejos en las pupilas del otro. Rieron. Sus cuerpos en contacto. Silencio. Se besaron...

"¿Qué haces?" Veintisiete segundos después, separándose.

Se vistieron en silencio.

"Supongo que te veré la semana que viene," dijo mientras abandonaba la casa.

"Hasta entonces, Toni," murmuró antes de dirigirse al interior de su casa, con la cabeza baja, con la extraña sensación de quien se sabía diferente, se sabe diferente. Se volteó una vez más y sonrió mientras lo veía alejarse.

Una vez dentro se topó con su padre, quien le habló en tono serio.

"Miguel, tenemos que hablar."

3.4.06

Cuentacuentos

A Ily, Brent, Ricardo, Gabilu, Sun, Leah, Armando, Margaret, John, Miguel, Karina, Alice, Rodrigo y un sinfín de lectores más

"(...) Cuando el último de sus invitados hubo abandonado su apartamento le asaltaron las lágrimas. Lágrimas de gratitud. Invisibles. Sin recoger se dirigió a su habitación y se dejó caer sobre su cama, exhausto, satisfecho, embriagado. Atrás dejó el recuerdo de una velada maravillosa..."

Lo despertaron los primeros rayos del Sol. Astutamente se abrieron paso a través de las descoloridas cortinas que escondían el día. Fue al lavabo primero y a la cocina después. Sorpresa. Ni rastró de los restos de la velada de anoche. Agitó su cabeza violentamente antes de golpearse la frente con su mano derecha. Corrió hacia su habitación. El cursor parpadeaba graciosamente en un rincón de la pantalla de su ordenador portátil...

"Habían quedado a las siete de la tarde. Él sabía que nadie sería puntual por lo que tranquilamente aliñaba una ensalada mientras silbaba una melodía que se había instalado en su cabeza con intención de quedarse. (...)"

Gracias

26.3.06

05:30

He knocked on the door three times.

She opened it.

"Hello," he had not seen her for a week.

"Hello," she was not expecting him.

"Five minutes and thirty seconds, you said?"

"Yes..."

00:00

He stepped in and closed the door and clumsily dived into the beautiful girl in front of him while slowly embracing his arms around her...

00:07

He felt shy, weak, small. He secretly smiled when he felt the heat of her naked arms around his back.

00:32

A strange feeling of ease and awareness crossed his body, from his toes to his hair. For a second he was aware of his left big toe, his right knee, his right lung, his left ear... It was ephemeral. All of a sudden, he found himself in an unstable equilibrium. He thought about giving up, already. He moved one of his feet, asking her subtly to stop, while at the same time he did not want that to happen. She did not react to his gesture.

01:02

He closed his eyes and found himself in a sea of calmness, her sea. He liberated himself. He forgot about his job, about his girlfriend, about his family, about his friends' advices, about his fears, his worries, his problems. He felt light until the sea became rough again.

01:56

He thought about slowly turning his head towards her. He thought about softly kissing her neck. He thought about surreptitiously walking up to her lovely face and kissing her smooth chin, her rosy cheek. He thought about shyly kissing her lips. He thought about passionately kissing her. He enjoyed the kiss, he enjoyed his thoughts. False. Lost.

03:11

"Why I am thinking about this?" He shook his head imperceptibly. "What is she thinking about?" He felt guilty for what he had been thinking. Already convicted. Prisoner of his thoughts.

04:08

"I do not know her that well," he tried to build up an excuse in his mind. He felt something he could not explain. He wanted to go. He wanted to stay. Uncomfortability. His mind was shaking. The stress conquered his body, every single region of it. He could not close his eyes again. A sad white roof. Some hand written papers on a desk. A sick abstract drawing on the cream wall. He shouted inside. Momentary release. He violently closed his eyes. Focus. He forced himself to do it. He gave his best.

04:33

Pain. The effort suddenly became release. Without expecting it. Then, he finally understood. It was not about her. It was not about them, either. It was about something more essential, it was about him. Only then he felt comfortable. Only then...

04:59

... he was able to fly. He listened to the colors, the infinite shades. He saw the music, the pristine melody. He smelled the clouds in the baroque sky. He touched her soul, his soul, two, one, within. He savoured the magic of that precise instant, the moment, the last one, the first one...

05:30

The hug was over. The end... The beginning...

* * *

They stared into each other's eyes...

"Thank you," it was not just him who was talking.

"Sure," her voice was sweet. "Would you like a cup of tea?"

"Actually, I feel like going for a walk, alone," he kissed her cheek. "I would love to have that cup of tea tomorrow, though."

"It will be a pleasure. I will be here," she smiled.

The Sun was shining above the horizon while she, standing at the door, watched him walking away.

24.3.06

El calendario

A Maca

Miró el calendario que tenía junto a su mesa. Febrero. Cruces rojas por doquier. Pensó en el porqué de haberse quedado nuevamente sin dormir por culpa de su trabajo. Pensó en el porqué de seguirse dedicando a aquello que tanto la había entusiasmado en el pasado. Pensó en el porqué de seguir durmiendo a su lado una noche detrás de otra. Pensó en sus porqués, pero sin esperar respuesta. "No hay días en el calendario para descubrir el porqué de lo que hago... y además ser capaz de hacerlo," susurró en una oficina vacía en la que la azulada luz de su escritorio era la única encendida. "¿Por qué hago lo que hago?" Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras se resignaba a no encontrar sus motivos, sus razones, sus porqués. Sus esencias. Sólo después de secarse las lágrimas con un pañuelo de seda rosa que le había regalado un buen amigo se percató de que el número sobre Febrero era un treinta...

20.3.06

Love Actually, funny animals and bad food habits

This story was originally written in English. I sincerely thank S and B for the encouragement. Para leer esta fiebre en castellano pulse aquí.

To a panda bear


delirium. (From lat. delirium).
1. m.
Action or effect of being delirious.
2. m. Nonsense, absurdity.
3. m. Psicol. Mental confusion which includes hallucinations,
reiterations of nonsense thoughts and incoherence.


"

I have always loved to write just for the sake of it.

Geronimo is the nickname the Mexicans used to refer to the immortal Apache leader, famous for his daring and feats. Some attributed his successes in the battlefield to supernatural forces. There were even those who affirmed that he was immune to the bullets. He led his comrades with aggressiveness and courage against adversity until, deceived by the settlers, he signed their surrender in exchange for promises that, in the end, never were fulfilled.

My name is also Geronimo, that is what my parents decided for me a long time ago, when I was still unable to say anything against it. Pure chance. Maybe not. The Apache name of Geronimo was Goyathlay, one who yawns. That one, that one yes, that one is definitely me.

I like to enjoy the simple fact of getting home after an intense day of work and putting two fresh eggs to boil while I am changing my clothes. Once boiled, I smoothly strike them against the marble surface of the kitchen until their rinds are cracked and then peel them easily with my thumb under the cold water spurt from the faucet. I spill olive oil, pepper and salt in a deep dish where I abundantly bathe the eggs. I eat them, one after the other, almost without breathing, almost without chewing, introducing them completely in my mouth. Until today I have never choked.

Exactly a month ago, while I was feeling blue and watching, breathing, Love Actually I had a revelation. If I like to devour two boiled eggs stuck with olive oil, pepper and salt, that does not have anything to do with you. Nothing! It is all the same to you. And even more, you would probably think that I am a freak. It is all the same to me too.

Lying down in my sofa I saw how a delicious Keira Knightley married a lucky guy called Peter while the best and sensitive friend of them both recorded, with his camcorder, the ceremony, the banquet and the dance for his personal enjoyment. The couple had already contracted a professional photographer to do so. The movie of the wedding of my sister turned out to be a disaster and apparently Keira, or whatever her name was in the movie, thought the same way about hers, so she thought about something logical: to ask her friend to share his personal enjoyment with her. The thing is that his personal enjoyment really was a personal enjoyment and only included shots of her. I thought it was a good movie. She did not, although she did not seem upset either. In the meantime a Portuguese girl fell in love with an English man, a father considered to be unfaithful to her wife and kids, the Prime Minister fell in love, a boy played the battery for love... A no end of stories that almost every single girlfriend in the world would like.

The good thing of watching a movie at home, alone, is that you can do it at your own pace. I went to the kitchen and I put on the old table that I got from my parents when they last moved two slices of sandwich bread, a jar of chocolate cream and a salami-type spiced sausage. I cut two bread-long pieces of the salami-type spiced sausage with a butcher knife that a good cook and better friend of mine decided to buy me the day he witnessed how a bread knife, the only one I had, could also cut Spanish cured ham. My parents sometimes think I deserve one whole jamón for me for Christmas, the only one I see every year. I gently spread the chocolate cream on the sandwich bread with the same knife. Whenever I finish spreading something I like to clean the knife completely with my tongue, it makes me feel wild. I placed the salami-type spiced sausage on the sandwich bread slices and rolled them up forming a roll made of sandwich bread, chocolate cream and salami-type spiced sausage. I love to do it once in a while. I returned to the sofa with my snack, a napkin and a glass of orange juice.

The movie kept going and on Christmas Eve, Mark, that was the name of the friend, appeared at the newlyweds' house front door. I remember the shot perfectly. It keeps repeating in my mind over and over again. If only... She is the one who opened the door, Mark of course knew that was going to happen, while Peter stayed in the living room. He asked her to tell Peter that it was some children singing Christmas carols. He was carrying a stereo and put some music on. And then, everything began...


I like to imagine he was a turtle and she was a panda bear, or a cockroach, or a panther, or a giraffe, or a butterfly...


The truth is that the face of the guy reminded me of someone. The real truth is that it was someone I did not want to remember. By the way, the shot of her from behind, standing at the door in front of him, was incredible. Almost as incredible as mixing corn flakes with your orange juice when you unexpectedly run out of milk. Almost as incredible as mixing chips with your milk when you run out of corn flakes.


To me, none of them seemed more beautiful than Keira. I did not believe it either. Perhaps, for sure, it was only a joke to steal her a smile and feel less stupid.


I thought then that I had never been in love with someone before. I thought that perhaps I had but love sometimes does not show itself like so, and only who is ready for it sees love as it is. I also thought it did not matter what I was thinking. Love is a subjective concept, no matter how much a prattling friend of mine insists on the opposite.


Whenever someone gives a step, whatever the reason is, he does it to be one step further. That was not necessary. Mark had a purpose, I am not going to judge him for that reason, but he had one, everybody always has it, even me when I introduce two chocolate ice cream balls in my Coke. A chill crossed my body at that moment and not only because of the exquisite memory of such a delicatessen. May the dark side of the force be with you...


I smiled because I like Christmas. I like the films that happen in Christmas. I like the white of the snow sprinkled with blood.


Maybe he was right and for that reason everyone deceived me. The problem was mine. Impatience. All these years I should have been able to wait until Christmas to ask my questions. I should have been writing them and my thoughts down on a notebook during the year and only vomit them through my mouth on the twenty-five of December. That would have allowed me to confront my problems with other people just once a year, only once. Perhaps that way things would be better, my life would only be completely upside down every three hundred and sixty-five days, six if the year is a leap year.


I freezed the screen. Perfect. "Interesting concept," I told to myself. "Do I know anyone perfect?" I laughed out loud. "Other than me, of course!" You are perfect, but you still do not know that, not even I do know that, nobody knows that, that is a secret and as a secret should remain.


I felt mine beating... For you... For you... Also for you...



I surprised myself biting the dirty nail of the forefinger of my left hand. I have not done that since my grandma promised me that she would buy me a new computer if I stopped doing it. I was ten years old. I stopped but she never bought me a new computer. I got upset with her back then. "You have already got something which, without any doubt, is far better than a simple computer," she used to tell me while I cried at her. Today I finally understand that adorable old witch.


I wondered where he found a picture of her, my High School girldfriend's mother. I never forget a face. Her daughter, foolish, loved me and wanted to spend her life with me but she, she never liked me. I wonder why... Actually, I do not.


"Happy?" My Christmas memories bombed my mind for a second. Some good ones... Some bad ones... Balance. No...


"Give me a break!" Of course, Mark could not hear me.


"What would Peter have thought about that?" I was already doing it again. I was speaking alone, again. The scene finished as it had to finish. With a kiss. And with him saying Enough! Well, ¡Basta! I saw the movie in Spanish. Sometimes it is necessary to break up with the past, all of a sudden. Sometimes it is necessary to stop lying to oneself. But only sometimes. Other times it is so amusing. Like when I keep repeating to myself that I am never again going to dip cheese in hot and dense chocolate...

For a second I wished with all my heart that Keira left Peter behind and went along with Mark. I did not have anything against Peter. I did not especially like Mark either. I simply wished it. I thought about calling the scriptwriter but I am afraid that it would have been way too late. I thought also about calling Keira but unfortunately I wrote her telephone number down on a napkin that I never removed from the right pocket of my orange velveteen shorts. When I said never, I meant never before centrifuging them. While I was thinking that my stomach, in search of aid, contracted violently and gave a less pleasant version of the rolls back to my mouth.

Cows are the best example or ruminants. When the food ingested by those, or some of their ruminant friends, cannot be well digested, they give the food back to the mouth by means of abrupt contractions of the stomach and they chew it again.

I do not know many ruminants with whom I can maintain a conversation. Perhaps that is the reason why, sometimes, only sometimes, I speak alone. My mother always told me that I should eat more slowly and thus, I would not only help my stomach, but also would enjoy the pleasure of savoring the food. I tend to think that with people it is the same. I am a ruminant. I am a social ruminant. And sometimes my stomach is not strong enough to bring someone back to my mouth and I forget the brief memory of his flavor, forever. If only I had chewed...

After watching the movie... I did not watch it until the end because I had the feeling that I had already seen everything I needed. I went to my writing desk where, armed with my laptop, it was easy to cut the scene from the pirate DVD that a not very good friend of mine had given to me a week before, probably because he felt bad with something that he had done and could harm me, and I still did not know. I attached the scene to an electronic mail and sent it to her four hundred and thirty-seven times, one per each day I had loved her. After pushing the left button of the mouse I stood up, excited. I closed my right fist and looked carefully at it and hit strongly my abdomen. I moaned. Anxiety. I ran to the kitchen. Ten teaspoons of cocoa. Eight smashed cookies. Milk. Delicious. While I was taking care of the remains of my invention with a teaspoon I thought that the same way I had sent it to her I should send it to her... and to her... and to her... even to him... Thus it was...

The following week I was fired. She accused me of harassment. My best friend ask me for some money that I was not going to see again. My mother died when falling off from a ladder while she was cleaning the kitchen. My brother ran over a woman with his car. My landlord invited me to leave his property. I broke that funny cup she got me. My head started to hurt...

I remember the flavor of a cocoa and olive oil sandwich before the incident. Everything was their fault, Keira's, Peter's, Mark's...

Wrath got me. I burned all the Love Actually stands of every single store with one in town. Gas in a small plastic bottle. Matches. Sports slippers. I stole all the Love Actually DVDs I could from supermarkets, video clubs... Raincoat. I bought black spray painting and filled the city walls with Love actually will destroy your life. Under the moonlight. Shouts and more shouts.

Naked. In front of the mirror. In front of a stranger. A complete stranger. A stranger that I love. That I love with madness. I felt, I feel, stupid. One poster after another before leaving, forever. I was Mark. I was Keira. Enough! I did not wait for him to come after me. Life is not a movie. I wished it. There was no kiss, there was no farewell...

Awareness... Insight: Love actually... sucks.

It has been four days since the incident. I am still ashamed. It should not have happened. A half of me never came back, never will. In five minutes the men in white will come back, they will want the pen back. I never thought they were going to lend it to me. They said one hour. I hope they allow me to keep what I have written. For sure they will read it, read this. Shame. I want to cry. They are already here, on time. I request your pardon. My pardon. My other half, the one I love, you are on your own, my other half...

My best friend is the character of a movie. I would love some of that three-phase thing right now, right before the injection. Sweet dreams...

¡Basta!

"



Love Actually, animalejos y desarreglos alimenticios

A un oso panda


delirium. (From lat. delirium).
1. m. Acción o efecto de delirar.
2. m. Despropósito, disparate.
3. m. Psicol. Confusión mental caracterizada por alucinaciones,
reiteración de pensamientos aabsurdos e incoherencia.


"

Siempre me ha gustado escribir por el placer de escribir.

Gerónimo es el sobrenombre con el que los mejicanos bautizaron al inmortal indio, famoso por su osadía y sus proezas. Algunos atribuían sus éxitos en el campo de batalla a fuerzas sobrenaturales. Había quien incluso afirmaba que era inmune a las balas. Lideró con agresividad y coraje ante la adversidad a sus camaradas hasta que engañado por los colonos firmó su rendición a cambio de unas promesas que nunca se cumplieron. Mi nombre es también Gerónimo, así lo decidieron mis padres. Simple casualidad. Quizás no. El nombre apache de Gerónimo era Goyathlay, el que bosteza. Ese, ese sí soy yo.

Me gusta disfrutar del simple hecho de llegar a casa después de una intensa jornada de trabajo y poner dos huevos frescos a hervir mientras me cambio de ropa. Una vez hervidos, los golpeo suavemente contra la superficie de mármol de la cocina hasta que sus cáscaras se agrietan para pelarlos después fácilmente bajo el chorro de agua fría del grifo con mi dedo pulgar. Vierto aceite, pimienta y sal en un plato hondo donde baño abundantemente los huevos. Me los como uno detrás de otro, casi sin respirar, casi sin masticar, introduciéndolos completamente en mi boca. Hasta hoy nunca me he atragantado.

Hace exactamente un mes, mientras me sentía azul y tocaba Love Actually, tuve una revelación. Si a mi me gusta engullir dos huevos duros bañados en aceite, pimienta y sal, qué tiene que ver eso contigo. Nada. A ti te da completamente igual. Es más, posiblemente pienses que soy un freak. Me da igual.

Tumbado en mi sofá vi como una deliciosa Keira Knightley se casaba con un tipo afortunado llamado Peter mientras el mejor y sentido amigo de ambos grababa la ceremonia, el banquete y el baile para su disfrute personal, pues sus amigos habían contratado a un fotógrafo profesional con tal fin. La película de la boda de mi hermana resultó ser un completo desastre y al parecer Keira, o como quiera que se llamara su personaje, pensó lo mismo de la suya, así que se le ocurrió algo lógico: pedirle a su amigo que compartiera con ella su disfrute personal. El caso es que su disfrute personal resultó ser tal, e incluía sólo planos de ella. A mí me pareció una buena película pero a ella no tanto, aunque tampoco se enfadó con él. Mientrastanto una portuguesa se enamoraba de un inglés, un padre de familia se planteaba serle infiel a su mujer con su secretaria, el primer ministro se enamoraba, un niño tocaba la batería por amor... Un sinfín del tipo de historias que le gustan a casi todas las novias del mundo.

Lo bueno de ver una película en casa, solo, es que puedes hacerlo al ritmo que te apetezca. Fui a la cocina y puse sobre la vieja mesa que reinaba en el centro dos rebanadas de pan de molde, un tarro de crema de chocolate y una longaniza. Corté dos trozos de longaniza con un cuchillo de carnicero que me había regalado un buen cocinero y mejor amigo después de ser testigo de como un cuchillo de cortar pan, el único que tenía, también podía cortar jamón de pata negra. Mis padres a veces creen que merezco uno por Navidad, el único que veo en todo el año. Unté generosamente las rebanadas de pan de molde con el mismo cuchillo. Siempre que acabo de untar crema de chocolate me gusta lamer los restos directamente del cuchillo, me hace sentir salvaje. Coloqué los trozos de longaniza sobre el pan untado y los enrollé formando un rollito de longaniza, crema de chocolate y pan. Me encanta hacerlo de vez en cuando. Regresé al sofá con mi tetempié, una servilleta y un vaso de agua.

La película continuó y el día de Nochebuena, Mark, ese es el nombre del amigo, se presentó en casa de Keira y Peter. Recuerdo la escena perfectamente. Se repite en mi cabeza una y otra vez. Si sólo... Ella es quien abrió la puerta y él, que evidentemente ya sabía que abriría ella, le pidió mediante un cartel que le dijera a Peter que eran unos niños cantando villancicos. Para que todo resultara más creíble, él puso música. Y aquí comenzó todo...

CON SUERTE EL AÑO QUE VIENE


Me imaginé que él era una tortuga y que ella era un oso panda, o una cucaracha, o una pantera, o una jirafa, o una mariposa...

ESTARÉ SALIENDO CON UNA DE ESTAS CHICAS


La verdad es que la cara del tipo me recordaba a alguien. La verdad es que me recordaba a alguien que no quería recordar. Por cierto, el plano de ella de espaldas mientras él permanecía en la puerta me pareció increíble. Casi tan increíble como mezclar cereales con zumo de naranja cuando inesperadamente te has quedado sin leche. Casi tan increíble como mezclar leche con fritos de maíz cuando inesperadamente te has quedado sin cereales.


Ninguna de ellas me pareció más guapa que Keira. Tampoco me lo creí. A lo mejor, seguro, se trataba simplemente una broma para robarle una sonrisa y sentirse menos estúpido.

PERO POR AHORA DÉJAME DECIR

Pensé en ese momento que nunca antes había estado enamorado. Pensé que quizás sí pero el amor a veces no se presenta como tal y sólo es capaz de verlo aquel que está preparado para ello. Pensé también que poco importaba lo que yo pensara. El amor es un concepto subjetivo por mucho que se empeñe un charlatán amigo mío en todo lo contrario.

SIN ESPERANZA NI PROPÓSITO

Cuando uno da un paso lo hace para avanzar la distancia que uno avanza cada vez que da un paso. No era necesario aquello. Mark tenía un propósito, yo no voy a juzgarlo por ello, pero tenía uno, todo el mundo lo tiene, hasta yo cuando introduzco dos bolas de helado de chocolate en un baso de Coca-Cola. Un escalofrío recorrió mi cuerpo en aquel instante y no sólo por el recuerdo de tan exquisito manjar. El lado oscuro de la fuerza.

SÓLO PORQUE ES NAVIDAD

Sonreí porque me gusta la Navidad. Me gustan las películas que pasan en Navidad. Me gusta el blanco de la nieve salpicado de sangre.

Y EN NAVIDAD UNO DICE LA VERDAD

Pensé que igual tenía razón y por eso todo el mundo me engañaba. El problema era mío. Impaciencia. Todos estos años debería haber sido capaz de esperar hasta Navidad para formular mis preguntas. Apuntarlas todas ellas en una libreta durante el año y vomitarlas el veinticinco de diciembre. Eso me hubiera permitido afrontar mis problemas con los demás una vez al año, sólo una. Quizás así las cosas irían mejor, sólo pondrían mi vida patas arriba una vez cada tresciento sesenta y cinco días, seis si el año es bisiesto.

PARA MÍ TU ERES PERFECTA


Congelé la imagen. Perfecta. "Interesante concepto," pensé. "¿Conozco a alguien perfecto?" Solté una carcajada. "Al margen de mí, claro." Tú eres perfecta, pero eso tú no lo sabes, ni siquiera lo sé yo, no lo sabe nadie, es un secreto y debe permanecer como tal.

Y MI DESAPROVECHADO CORAZÓN TE QUERRÁ


Sentí latir el mío... Por ti... Por ti... También por ti...

HASTA QUE TE PAREZCAS A ÉSTA


Me sorprendí mordiéndome la uña del dedo índice de mi mano izquierda. No lo había hecho desde que mi abuela me prometió que me compraría un ordenador si dejaba de hacerlo. Yo tenía ocho años. Dejé de hacerlo pero el ordenador nunca llegó. Me enfadé con ella. "Ya has obtenido tu merecida recompensa, la mejor de todas las posibles, mucho mejor, sin duda, que un ordenador," me decía ella una y otra vez. Hoy por fin la entiendo a esa vieja y adorable bruja.


Me pregunté de donde había sacado Mark una foto de la madre de mi novia del instituto.

FELIZ NAVIDAD

"¿Feliz?" Mis recuerdos navideños bombardearon mi mente durante un segundo. Balance.


"¡No me jodas!" Evidentemente Mark no podía oírme...


"¿Qué hubiera pensado Peter?" Ya estaba haciéndolo otra vez. Ya estaba de nuevo hablando solo. La escena acabó como debía acabar. Con un beso. Y con él diciendo ¡Basta! Bueno, Enough! Vi la película en versión original. A veces es necesario romper con el pasado, de repente. A veces es necesario dejar de engañarse. Pero sólo a veces. Otras veces es tan divertido. Como cuando me repito a mi mismo que nunca más voy a volver a mojar queso en chocolate caliente...

Por un momento deseé con todas mis fuerzas que Keira dejara a Peter y se fuera con Mark. No tenía nada en contra de Peter. Mark no me caía especialmente bien. Simplemente lo deseé. Pensé en llamar al guionista pero me temo que hubiera sido demasiado tarde. Pensé en llamar a Keira pero por desgracia su número de teléfono lo anoté en una servilleta que nunca saqué del bolsillo derecho de mis pantalones cortos de pana naranja. Cuando dije nunca, quise decir nunca hasta después de centrifugarlos. Mientras pensaba esto mi estómago, en busca de ayuda, se contraía y devolvía a mi boca una versión menos agradable de los rollitos.

La vaca es el rumiante por excelencia. Cuando el alimento ingerido por la susodicha, o alguno de sus amigos y amigas rumiantes, no puede ser bien reducido de tamaño, ésta devuelve el alimento a la boca por medio de contracciones bruscas del estómago y lo vuelve a masticar.

No conozco a muchos rumiantes con los que pueda mantener una conversación. Quizás por ello, en ocasiones, sólo en ocasiones, hablo solo. Mi madre siempre me dijo que comiera más despacio que así, no sólo ayudaría a mi estómago, sino que también disfrutaría del placer de saborear los alimentos. Tiendo a pensar que con las personas me pasa lo mismo. Soy un rumiante. Soy un rumiante social. Sólo que a veces mi estómago no tiene suficiente fuerza para devolver a alguien a mi boca y olvido el breve recuerdo de su sabor, para siempre. Si sólo hubiera masticado...

Después de ver la película... No la vi hasta el final pues tuve la sensación de que había visto cuanto necesitaba, me dirigí a mi escritorio donde, armado con mi ordenador portátil, no me costó extraer la escena en cuestión del DVD pirata que un no muy buen amigo mío me había regalado la semana anterior porque probablemente se sentía culpable por algo que había hecho y podría perjudicarme, y yo todavía desconocía. Adjunté la escena a un correo electrónico y se lo mandé cuatrocientas treinta y siete veces, una por cada uno de los días que la había querido. Tras apretar el botón izquierdo del ratón me levanté del escritorio, excitado. Cerré mi puño derecho y me golpeé con fuerza el abdomen. Gemí. Ansiedad. Corrí a la cocina. Diez cucharadas de Cola-Cao. Ocho galletas María troceadas. Leche. Delicioso. Mientras con una cuchara apuraba los restos de mi invento se me ocurrió que igual que se lo había mandado a ella, era mi obligación mandárselo a ella... y a ella... y a ella también... incluso a él... Así fue...

La semana siguiente me echaron del trabajo. Ella me denunció por acoso. Mi mejor amigo me pidió un dinero que nunca me devolverá. Mi madre murió al caerse de una escalera mientras limpiaba la cocina. Mi hermano atropelló a una mujer que regresaba del supermercado. Mi casero me invitó a abandonar la que hasta entonces había sido mi casa. Mi cabeza comenzó a doler...

Recuerdo el sabor de un bocadillo de aceite y cacao en polvo antes del incidente. Estornudos. Todo era culpa de Keira, de Peter, de Mark...

La ira se apoderó de mí. Quemé todos los stands de Love Actually de todas las tiendas de la ciudad. Gasolina en un frasco de colonia. Cerillas. Zapatillas deportivas. De todas las tiendas con stands de Love Actually. Robé cuantas copias pude de grandes almacenes y videoclubs. Gabardina. Compré pintura de color negro, spray, y llené la ciudad de "Love Actually destrozará tu vida". A la luz de la Luna. Gritos y más gritos.

Desnudo. Frente a un espejo. Frente a un desconocido. Un desconocido al que amo. Al que amo con locura. Me sentí, me siento, estúpido. Un cartel tras otro antes de partir. ¡Basta! No esperé a que viniera detrás de mí. La vida no es una película. Lo deseé. No hubo beso, no hubo adiós.

Revelaciones...

Han pasado cuatro días desde el incidente. Todavía me avergüenzo. No debió haber sucedido. Una parte de mi nunca regresó, nunca regresará. En cinco minutos los que regresarán serán los hombres de blanco, a por el bolígrafo. Nunca pensé que me lo dejaran. Dijeron una hora. Espero que me permitan conservar lo que he escrito. Seguro que querrán leerlo. Vergüenza. Ganas de llorar. Ya están aquí, puntuales. Pido perdón. Mi otra mitad, mi otra mitad...

Mi mejor amigo es el personaje de una película. Me apetece un trifásico antes de la inyección. Dulces sueños...

Enough!

"