Y si...
Se quedó mirándome. Me sentí misteriosamente agusto en la profundidad de su cristalina mirada. De repente apareció frente a mí. Vestía una larga túnica blanca y un turbante del mismo color.
"¡Hola Óscar!", me dijo.
"¿Quién es usted? ¿Cómo sabe mi nombre?", un escalofrío recorrió mi cuerpo, un escalofrío reconfortante.
"Yo no pretendo nada de usted, Óscar, no se asuste. Solamente quería decirle algo", acarició mi hombro.
"No diga nada", retiró su mano de mi hombro y no dejó que emitiera sonido alguno, sonrió. "Quizás lo que le voy a decir no tenga sentido para usted, pero es importante para mí. Es usted una persona especial y lo sabe, aunque probablemente no sabe cuánto. Tiene capacidad para llegar a límites insospechados pero para ello debería dejar que alguien le guiara convenientemente. Ese alguien podría ser yo... o no. Podría acompañarme al pequeño pueblo de la India en el que resido para iniciar su aprendizaje...".
Yo permanecí inmóvil frente a su persona. Inmerso en su discurso. Relajado.
"Seguramente esté pensando que estoy loco", siguió. "Le puedo asegurar que todos lo estamos en cierta medida".
Siempre que un desconocido se dirige a nosotros en la calle, nos aborda, adoptamos, en principio, una actitud defensiva. Yo no adopté actitud alguna, simplemente escuché sus palabras y sin pensar demasiado al respecto agradecí su interés y me excusé amablemente, sin miedo a su reacción.
"Gracias de todos modos por escucharme" me dijo. "Ahora vaya junto a Lucía, le estará esperando en casa. Por cierto, y no me malinterprete usted, dígale a su novia que vaya al médico a hacerse una revisión", después de aquello se despidió y se perdió entre la multitud de gente que deambulaba por la calle a aquella hora del día, multitud que había pasado despaercibida para mí desde el momento en que entré en contacto visual con él. ¿Un sueño, quizás?
Mis amigos siempre me han dicho que probablemente se trataba del representante de una secta que intentaba captar adeptos. Y que, para ello, hacía un seguimiento de personas al azar para convencerlas haciendo uso de una información que en principio no debería conocer. Factor sorpresa...
A mi novia entonces, mi mujer ahora, le diagnosticaron a tiempo un cáncer de mama poco después de aquello. Desde entonces he hecho un esfuerzo mayor por conocerme y he descubierto cosas...
"¡Hola Óscar!", me dijo.
"¿Quién es usted? ¿Cómo sabe mi nombre?", un escalofrío recorrió mi cuerpo, un escalofrío reconfortante.
"Yo no pretendo nada de usted, Óscar, no se asuste. Solamente quería decirle algo", acarició mi hombro.
"No diga nada", retiró su mano de mi hombro y no dejó que emitiera sonido alguno, sonrió. "Quizás lo que le voy a decir no tenga sentido para usted, pero es importante para mí. Es usted una persona especial y lo sabe, aunque probablemente no sabe cuánto. Tiene capacidad para llegar a límites insospechados pero para ello debería dejar que alguien le guiara convenientemente. Ese alguien podría ser yo... o no. Podría acompañarme al pequeño pueblo de la India en el que resido para iniciar su aprendizaje...".
Yo permanecí inmóvil frente a su persona. Inmerso en su discurso. Relajado.
"Seguramente esté pensando que estoy loco", siguió. "Le puedo asegurar que todos lo estamos en cierta medida".
Siempre que un desconocido se dirige a nosotros en la calle, nos aborda, adoptamos, en principio, una actitud defensiva. Yo no adopté actitud alguna, simplemente escuché sus palabras y sin pensar demasiado al respecto agradecí su interés y me excusé amablemente, sin miedo a su reacción.
"Gracias de todos modos por escucharme" me dijo. "Ahora vaya junto a Lucía, le estará esperando en casa. Por cierto, y no me malinterprete usted, dígale a su novia que vaya al médico a hacerse una revisión", después de aquello se despidió y se perdió entre la multitud de gente que deambulaba por la calle a aquella hora del día, multitud que había pasado despaercibida para mí desde el momento en que entré en contacto visual con él. ¿Un sueño, quizás?
Mis amigos siempre me han dicho que probablemente se trataba del representante de una secta que intentaba captar adeptos. Y que, para ello, hacía un seguimiento de personas al azar para convencerlas haciendo uso de una información que en principio no debería conocer. Factor sorpresa...
A mi novia entonces, mi mujer ahora, le diagnosticaron a tiempo un cáncer de mama poco después de aquello. Desde entonces he hecho un esfuerzo mayor por conocerme y he descubierto cosas...