22.4.06

Un beso

Feliç Sant Jordi

Comieron algo en un restaurante de comida rápida. Detestaban la comida que allí se ofertaba pero de vez en cuando alimentaban su odio hacia ellos a base de hamburguesas y patatas fritas. Lo pasaban muy bien juntos.

Se tumbaron en un cesped húmedo a contemplar un cielo infinito. Verdes y azules a su alrededor. El sueño se apoderó de ellos poco a poco mientras hablaban del pasado, del presente, del futuro. Siempre igual, siempre diferente... Al margen de lo que sucedía a su alrededor. Un niño aguardaba entre dos árboles a que el juego volviera a desarrollarse en su mitad del improvisado terreno de juego. Dos mujeres empujaban dos cochecitos de bebé y, mientras hablaban de sus dos maridos, dos bebés lloraban y reían para captar la atención de sus dos madres. Un vagabundo preparaba su lecho estival en su banco a la vez que unos ojos nostálgicos acompañaban cristalinos la alegría de una pareja de enamorados que paseaba su presente felicidad por el parque. El mismo parque en el que tres ancianos descalzos discutían amigablemente sobre la arena, entre varias bolas de petanca y un boliche. Una decena de adolescentes mataban su tiempo al recaudo de un muro, algunos fumaban los cigarrillos que uno de ellos había robado a su padre, algunos reían, algunos bostezaban. Tres jóvenes parecían verse reflejados en ellos. Ya no eran cigarrillos lo que robaban, ya no eran cigarrillos lo que fumaban. Un hombre emperifollado leía un periódico financiero sentado cómodamente en un banco a la sombra de un pino, aguardaba la llegada del lunes. El arcoiris de sonidos los devolvió a la realidad. Se miraron. Comenzaron a reír.

Antes de que el Sol amenazara definitivamente con despedirse se dirigieron a la casa de uno de ellos. Decidieron darse un baño antes de cenar. Los dos tenían compromisos aquella noche por lo que no se verían hasta el fin de semana siguiente. Los domingos por la tarde no acostumbraba a haber nadie en casa. Se despojaron de sus ropas y se lanzaron de cabeza a la piscina vistiendo únicamente su ropa interior. Jugaron, rieron, salpicaron, chapotearon, disfrutaron... Acababan de cumplir veinte años. Agua fría. Piel de gallina. Cuerpos diferentes pero igualmente sensuales. Intentaron ahogarse mutuamente. Se abrazaron fuertemente. Los dos deseaban ser quien permaneciera en la superficie. Risas. Pelearon con ese único objetivo hasta que lo agitado de sus respiraciones anunció su fatiga. Cedieron entonces, todavía abrazados. Buscaron sus reflejos en las pupilas del otro. Rieron. Sus cuerpos en contacto. Silencio. Se besaron...

"¿Qué haces?" Veintisiete segundos después, separándose.

Se vistieron en silencio.

"Supongo que te veré la semana que viene," dijo mientras abandonaba la casa.

"Hasta entonces, Toni," murmuró antes de dirigirse al interior de su casa, con la cabeza baja, con la extraña sensación de quien se sabía diferente, se sabe diferente. Se volteó una vez más y sonrió mientras lo veía alejarse.

Una vez dentro se topó con su padre, quien le habló en tono serio.

"Miguel, tenemos que hablar."

1 comment:

Abejilla said...

Hermoso inspirado delicioso