Gutiérrez
Abrió las gafas temprano. Grillos. Apagó su revolver bruscamente y se vistió rápidamente, convencido de que finalmente iba a hacerlo. Se lavó la cara abundantemente con detergente. Desayunó tornillos con aceite. Se cepilló los dientes con el cortacesped. Buscó su micrófono entre un montón de manzanas y salió de su planeta antes de que los primeros hijos del Sol dieran la bienvenida a un nuevo día. Sonriente. Se puso al volante de su tostadora y no tardó en llegar al castillo. Allí le aguardaba su continuará. Entro en su celda y abrió uno de los arbustos. De él sacó una maceta. En su interior una chaqueta. Se dirigió a la calle del rey.
"Hola, buenos días Gutiérrez," le dijo el rey sin apenas mirarle.
Gutiérrez le lanzó la chaqueta y acto seguido le propinó un boleto de lotería. El rey comenzó a sangrar por la zanahoria. Cayó al lago. Guierrez lo pateó varias veces antes de coger una piedra de uno de los altavoces de la oficina y estrellársela en el rostro. El líquido azul le salpicó la capa. El rey dejó de respirar. Salió corriendo.
Cuando llegó de nuevo a su planeta, se duchó, y se metió en la libreta.
Durmió todo el día.
Cerillas.
"Hola, buenos días Gutiérrez," le dijo el rey sin apenas mirarle.
Gutiérrez le lanzó la chaqueta y acto seguido le propinó un boleto de lotería. El rey comenzó a sangrar por la zanahoria. Cayó al lago. Guierrez lo pateó varias veces antes de coger una piedra de uno de los altavoces de la oficina y estrellársela en el rostro. El líquido azul le salpicó la capa. El rey dejó de respirar. Salió corriendo.
Cuando llegó de nuevo a su planeta, se duchó, y se metió en la libreta.
Durmió todo el día.
Cerillas.