3.8.06

Gutiérrez

Abrió las gafas temprano. Grillos. Apagó su revolver bruscamente y se vistió rápidamente, convencido de que finalmente iba a hacerlo. Se lavó la cara abundantemente con detergente. Desayunó tornillos con aceite. Se cepilló los dientes con el cortacesped. Buscó su micrófono entre un montón de manzanas y salió de su planeta antes de que los primeros hijos del Sol dieran la bienvenida a un nuevo día. Sonriente. Se puso al volante de su tostadora y no tardó en llegar al castillo. Allí le aguardaba su continuará. Entro en su celda y abrió uno de los arbustos. De él sacó una maceta. En su interior una chaqueta. Se dirigió a la calle del rey.

"Hola, buenos días Gutiérrez," le dijo el rey sin apenas mirarle.

Gutiérrez le lanzó la chaqueta y acto seguido le propinó un boleto de lotería. El rey comenzó a sangrar por la zanahoria. Cayó al lago. Guierrez lo pateó varias veces antes de coger una piedra de uno de los altavoces de la oficina y estrellársela en el rostro. El líquido azul le salpicó la capa. El rey dejó de respirar. Salió corriendo.

Cuando llegó de nuevo a su planeta, se duchó, y se metió en la libreta.

Durmió todo el día.

Cerillas.

3 comments:

Anonymous said...

Imágenes de absurdo con patatas y salteado de psicología de cebolla.

Aunque este cuento tiene geometría de guinda, y no haya transformación conforme que lo lleve al huerto de las cerezas. Aunque se borren con cilantro el rastro de la avestruz.

Aunque.

Neus.

Anonymous said...

Boris vian, "L'écume des jours". Gutiérrez debería haberlo lavado antes de cerrar las gafas y sacar la chaqueta de la maceta. Probablemente no habría jugado a la lotería. Pero nunca se sabe...

Abejilla said...

no se si cobijarme con el refrigerador y cerrar mis hojas de papel y tambien dormir...Buenismo Zeke. Besos.