En Futuro
De aquí a treinta años, una tarde cualquiera, como todos los días, iré a tomar un chocolate caliente con nata a uno de esos cafés abarrotados de sillones del centro de la ciudad. La mejor manera de poner punto y final a una larga y dura jornada de trabajo en la universidad aderezada con las súplicas de mis alumnos y las presiones de mis colegas. Seguiré sin beber café y cumpliendo con mi tradicional ingesta diaria de cacao. Me sentaré en uno de esos sillones y proseguiré la lectura de un libro. A mi lado, un joven al que doblaré en edad hará lo mismo durante unos minutos, antes de concluir la lectura del libro que le ocupará.
- Perdone - me dirá.
- ¿Sí?
- ¿Le importaría hacerme un favor?
- Por supuesto, si está dentro de mis posibilidades... - observaré.
- Me gustaría que se quedara con este libro... no sé... es lo que se supone quedebo hacer... así llegó a mis manos...
Asentiré amablemente y aceptaré su presente, un libro de bolsillo muy gastado por el paso de los años. Una vez en mis manos ojearé el libro y descubriré haberlo leído ya de joven. Después lo abriré por la primera página para darme cuenta de que no sólo lo habré leído, sino que será aquella la copia que de joven leí. Un sinfín de nombres bajo el mío. Levantaré la vista pero el joven ya no estará allí. Aquel será el primero de los libros que condené a errar por el mundo y habrá sido el primero en volver a mí. El primero que alguien me ofrecerá. Asiré mi taza y daré un buen trago de un delicioso y espeso chocolate caliente y cuando habré posado de nuevo la taza sobre la mesa sonreiré. Volveré a leer el libro y volveré a deshacerme de él.
Pensaré que igual no debería...
- Perdone - me dirá.
- ¿Sí?
- ¿Le importaría hacerme un favor?
- Por supuesto, si está dentro de mis posibilidades... - observaré.
- Me gustaría que se quedara con este libro... no sé... es lo que se supone quedebo hacer... así llegó a mis manos...
Asentiré amablemente y aceptaré su presente, un libro de bolsillo muy gastado por el paso de los años. Una vez en mis manos ojearé el libro y descubriré haberlo leído ya de joven. Después lo abriré por la primera página para darme cuenta de que no sólo lo habré leído, sino que será aquella la copia que de joven leí. Un sinfín de nombres bajo el mío. Levantaré la vista pero el joven ya no estará allí. Aquel será el primero de los libros que condené a errar por el mundo y habrá sido el primero en volver a mí. El primero que alguien me ofrecerá. Asiré mi taza y daré un buen trago de un delicioso y espeso chocolate caliente y cuando habré posado de nuevo la taza sobre la mesa sonreiré. Volveré a leer el libro y volveré a deshacerme de él.
Pensaré que igual no debería...
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