La Lechera
- Un último esfuerzo...
El dolor es tanto que ya no lo siento.
- ¡Una niña!
La felicidad me embriaga y quiero abrir los ojos pero no puedo. Las palabras de la doctora resuenan en mi cabeza. Sonrío pese a ser incapaz de mover un solo músculo. Mis ojos cerrados me mantienen a oscuras. Será genial verla crecer. Probablemente aprenda a andar antes que su hermano, el chico resultó algo patoso al principio. Irá a la misma guardería, por suerte es una de esas guarderías mixtas. Ingresará después en el colegio al que inscribimos a la fiera el verano pasado, espero que ella no nos de tantos dolores de cabeza a su padre y a mí. Aprenderá inglés desde jovencita. ¡Y piano! Será una brillante estudiante desde el principio. Se rodeará de grandes amigos en la escuela, amigos que nunca la abandonarán. Después llegará el instituto. El primer beso. El primer cigarro a escondidas. Aunque no fumará, sólo temporalmente durante su adolescencia, hasta que se de cuenta de lo inútil que es. Querrá estudiar historia del arte. Acabará lo que su madre nunca pudo. Nos contaremos siempre todo. Seremos amigas además de madre e hija. Comenzará a salir con un químico. ¡Sí, químico! Un buen chico. Se casarán y tendrán dos hijos, como yo, mis nietos. Vendrán a casa de los abuelos todos los fines de semana pues ambos trabajaran en la ciudad y buscarán durante su descanso el refugio y la tranquilidad de la sierra. Un buen día moriré. Moriré pero con la satisfacción del trabajo bien hecho. Mi hija siempre me habrá querido. La luz no me deja ver cuando abro de nuevo los ojos.
a) ¿Un niño? Pero había oído claramente lo contrario... ¿Había oído quizás lo que deseaba oir? Una sonrisa agridulce en mi cara. Mi hijito llora por primera vez...
b) Miro a la doctora a los ojos, no puede ocultarmelo. Aún no he oído llorar a mi niña. No me muevo. Mis ojos se llenan de lágrimas...
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