Fresas con nata
No pensar es algo que se cura con los años
Cabello oscuro, corto, alborotado. Se vistió lentamente, sin prisa. Mientras, ella, desnuda, sobre la cama, contempló una vez más su cuerpo. Sus ojos castaños recorrieron gentilmente su rostro, su cuello, su espalda, su abdomen, sus manos...
Mientras él abandonaba la habitación para, quizás, nunca regresar a su apartamento, ella recordó la primera vez que su mirada había coincidido con la de un joven desconocido, tres días antes. Él le había dedicado una sonrisa inocente. Ella le había saludado educadamente.
Pensó que era un niño. Pensó que era atractivo, gracioso, simpático, apasionado, osado...
Pensó que sería interesante.
Lo fue.
Él nunca pensó.
Cuando llegó a casa de sus padres abrió la puerta de la nevera. Fresas. Nata. Cortó las fresas con esmero y las mezcló con la nata en un bol de Hong Kong Phooey. Aquellas fresas, aquella nata, nada tenían que ver con las que había comido hasta entonces, con las que comería a partir de entonces. No pensó, y las disfrutó como si de la primera vez se tratara.
3 comments:
Precioso...
saludos jorgillo!!
jajajajaja Elegimos el mismo cuento que comentar como se ve que nos encantan las fresas con crema mmmmmmmmmm
Besos
Habra nata aqui en Inglaterra?
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